6 sept 2016

Periodistas en resistencia

La labor periodística, vista desde el ojo de una mujer fuerte, y con ella, la incomprensión de esa palabra ¿qué es ser fuerte? y la respuesta, ser fuerte es ser Diana Borja, directora teatral con una trayectoria riquísima en tablas, llena de estudios pero de mucho mayor andar sobre el mundo del arte, de la expresión vocal, musical, actoral y corporal como medio para ser lo que ella es, una mujer fuerte.

Me cuestioné por mucho tiempo el dedicarme al periodismo y al teatro, Diana me dio el empuje, sin ella saberlo, de continuar, porque esa es la idea del periodismo, meterse ahí donde los periodistas cómodos no se meten, donde no llegan porque no les interesa y saben poco del tema. Así, llegué a ser la que soy hoy, y por eso los invito a consolidar conmigo esta idea, la de los periodistas en resistencia.

Este trabajo de recoger puntos de vista, de entrevistar para comprender, para conocer, para analizar observaciones que a veces una no tiene, se transforma en el más ligero, porque aunque requirió de mucho trabajo, también las gratificaciones han sido grandes; nacieron encuentros con personas muy sencillas, muy lindas y también muy firmes. Una de esas personas es Diana Borja, de quien prometo compartir luego otra entrada, porque es tan grande esta mujer, y tan ínfimas estas líneas, que solo un espacio no basta.

Diana también cree como América (de la entrevista anterior: Azul, naranja, verde y espuma) en la economía sustentable, y le da una palabra que describe mejor lo que significa vivir así, digna. No oculta que es duro vivir sin dinero, pero dice que el mismo arte no te permite morir. “A veces viene la gente y te deja la contribución voluntaria que son $5, pero vienen otros que dejan $10, u otros dicen no tengo, toma $1, pero compartimos lo que yo tengo para ofrecer; y quienes se presentan aquí me traen arroz, o de pronto alguien se pone el atún, pero no todos están dispuestos a vivir así”.

Diana es la “creadora” del espacio cultural independiente, Casa Teatro Babilón, que es su propia casa, esta idea de prestar la sala de su casa para que ahí se haga, presente y fomente el teatro nació de que no habían espacios donde presentarse para los artistas, y ella no se iba a quedar cruzada de brazos comiéndose la camiseta hasta que del cielo le bajara una solución. Para Diana, su intención es humanizar el teatro y bajarlo de la nube en la que se intenta meter a los artistas.

“Cuando la obra termina, la gente se queda y ve como el artista se desmaquilla, mientras conversan, y nos quedamos tomando café todos hasta las diez de la noche, y por ahí sale algún arquitecto con una idea, y así nace una conversación”. Diana cree que el papel de los espectadores en el mundo del arte siempre es subestimado, que se los discrimina por considerarlos “incultos” pero que eso sucede porque no se los incluye en el mundo del arte.

Para ella el arte es un acto de resistencia y por eso es anarquista en casi todo lo que puede, defiende su postura diciendo “no puedes regular una metáfora, y el arte es una metáfora”; además cree que la existencia del arte se da como algo natural, porque es una contradicción armónica, mientras exista el poder va a existir un contrapoder.

Sostiene que Quito está en una adolescencia cultural, de la que espera salir pronto, y que la inmadurez social que existe como ciudad es la que genera las peleas entre gestores y entre los poderes, luego de reflexionar un poco también considera que a los poderes no les interesa tener unidos a los revoltosos, porque eso generaría una resistencia de caos. Divide y vencerás es lo que ha llevado a los artistas a ser todos distantes entre ellos mismos.

Se apasiona sin disimular cuando habla sobre el graffiti, y cuenta con amplia sonrisa que muchos años de su vida se dedicó a esa labor; incluso casi da una clase sobre el graffiti y sus inicios, cuando Eugenio Espejo pintó la palabra libertad y fue considerado el primer graffiti en Quito; hasta la evolución al graffiti político.

Al cuestionarle sobre los graffitis encima de otras obras de arte, ella defiende a los suyos y dice que deben generarse otras lecturas al respecto, que no significa que detrás de esos hechos haya vandalismo, a veces prueban material – dice – y por otro lado, puede ser que no estén conformes con lo que viven o con lo que pasa, por eso el graffiti es reaccionario, “la gente en su necesidad de expresión inventa mecanismos”.

Sobre los medios, opina que la prensa y la radio todavía son medios saludables para la cultura, aunque cree que de a poco la radio va cayendo en la industria cultural, de la que sí tiene claro, ya la televisión no puede salir, dice que la televisión es la causante de que la cultura del espectáculo se haya mezclado, e incluso confundido con la cultura del arte, y habla de cómo ahora salir en televisión ya te vuelve artista.

Sobre los periodistas, cree que les falta profundizar, pero da una razón para ello: “no les interesan los procesos, porque se encontrarán procesos putrefactos” y dice que los pocos periodistas que se dedican a cubrir lo cultural y el ala artística, también son periodistas en resistencia. Dice que a veces, las medidas son drásticas, como los periodistas de dictadura que tuvieron que salir de sus países y desde fuera tuvieron que hacer resistencia; así ve ella una buena labor periodística, yéndose en contra también de lo que se ha establecido como correcto en un medio de comunicación.

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