Esta serie de textos de mi sistematización de 'Anhelos' fue realizada para postular a la Beca de Investigación Magaly Muguercia que no ganamos, así que, para que no se pierda ese trabajo, he decidido compartirlo mediante mi blog en varias entregas.
Entrega 1
ANTECEDENTES
Anhelos es una obra de teatro registrada en el SENADI (Servicio Nacional de Derechos Intelectuales) en Ecuador, bajo el número N°QUI-064193 con fecha 16 de agosto del año 2023.
La constitución de la obra, se
dio en inicio como un ejercicio de “iluminación”; en una sola sentada como con
una inspiración de otro mundo. La mitad de la obra estaba escrita por allá por
el 2017, pero al llegar a la mitad de la obra, todo parecía predecible y poco
llamativo, por lo que la obra reposó en descanso dramatúrgico por cinco años.
Sin embargo, la idea de iniciar
con una obra de teatro como Anhelos había aparecido mucho antes en la mente de
la dramaturga debido a la fascinación que le generaba y genera el pasillo
ecuatoriano, género musical emblema de estas latitudes, y que cuenta siempre
historias de amor y desamor. Siempre al escucharlos llegaba a la mente la idea
de “ojalá hubiera una obra de teatro que narre cronológicamente cómo se enamora
y desenamora, y se vuelve a enamorar una persona en Ecuador, inmanentemente
atravesados por los pasillos”. Claro que no solo los pasillos componen el
pentagrama musical ecuatoriano, sino los capishcas, yaravíes, valses y albazos,
entre otros muchos géneros y subgéneros musicales.
Fue en el 2022 que la entonces
directora de la obra, María Ochoa Argüello, solicitó el texto completo para
iniciar su trabajo, pero la obra no estaba completa, así que entre acierto y
desacierto, y mucha prueba y mucha investigación que se sigue constituyendo, la
escritura de la obra se terminó un poco a la fuerza.
En ese tiempo la obra estaba
pensada para sala, y para un teatro tradicional donde la experiencia teatral
fuera también tradicional, público sentado expectante y en mutismo, únicamente
roto cuando acompañe a cantar las piezas musicales que son imposibles de
callar.
A mediados del 2022 era menester
encontrar el equipo de trabajo que pondría el cuerpo en una residencia que se
gestó en la ciudad de Cuenca donde, durante 15 días, habría un encierro de 9 a
9 para encontrar este pueblo imaginario, estas voces, estos cuerpos, estas
motivaciones de los seis personajes que componían, en ese tiempo, Anhelos.
La residencia había sido pensada
para la ciudad de Guayaquil, en Ecuador, debido a que la directora es nativa de
Cuenca y la dramaturga de Quito, el punto medio parecía la ciudad costera;
además Guayaquil es la ciudad donde ambas mujeres se conocieron, por lo que
parecía lo más justo. El casting se realizó en Quito y en Guayaquil, y de
inmediato apareció el primer personaje ‘Apolo’, que es el corazón y
protagonista de la historia, pero por un tema personal tuvo que abandonar el
camino.
Posteriormente apareció ‘Salomón’
quien es, en la obra, el hombre que hace la confesión final ante todo el
pueblo, y que además es el jefe de Apolo. Hay que tomar en cuenta que ahora, el
nuevo equipo de investigación ha hecho su base en el año 1950, cuando el
indigenismo en Ecuador está en su cénit. Apolo, es un hombre indígena,
huasicama, capariche, simiruco para estas tierras.
El actor que personificaba a
Salomón, tenía una esposa que alumbraría justo en el espacio en que la
residencia tendría lugar, al ser su primera hija no podía perderse ese episodio
paternal, y decidió también abandonar el camino.
Finalmente, el elenco fue elegido
en su totalidad; seis actores y cuatro músicos, de ellos, destacaba un artista
chileno que ayudó en gran manera a la investigación de lo que sucedía en este
territorio imaginario. Fue ese actor, desde la larga y angosta Chile, quien dio
vida a Salomón.
Este tejer humano permitió que
aparezca en el casting una mujer que pretendía el papel de ‘Marisol’, que el
texto recalca ser la mujer “más hermosa del pueblo”. A pesar de que la actriz
era perfecta para el personaje, su mensaje de aceptación del papel rezaba:
“…ahorita estoy gordita, pero para noviembre seguro vuelvo a mi peso normal”.
Fue ese mensaje el que terminó por descubrirnos dos cosas, la primera, que ella
era en efecto, perfecta para un personaje que tampoco se sentía perfecta y, en
segundo lugar, la importancia que tiene el peso en los castings, y cómo limita
o condiciona la autopercepción de la propia actriz, lo cual decanta en una
inseguridad que el medio perpetúa.
Para Violeta, la autora pensó en
sí misma, y para el personaje de Rocío, calzaba exacta la imagen de una de las
socias de Teatro en Rojo, Milagros Ribadeneira. Al iniciar ensayos, Milagros ya
previamente insegura de su voz, comentó que Rocío tenía muchas canciones que
cantar, y para no empañar el trabajo vocal de la obra, se alejaba de ese
personaje. Hubo que hacer un intercambio entre ambas actrices, es así como
Cristina Figueroa terminó siendo Rocío, y Milagros terminó siendo Violeta.
Finalmente, un actor cuencano fue
elegido para Óscar por tratarse de una sugerencia de la directora de la obra.
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