7 oct 2021

Egipto y una historia milenaria IX

Jornadas egipcias

Capítulo IX

Barrio Kopto


Durante siglos la religión ha sido causa de múltiples guerras en nombre de una fe que los originales fundadores de cada culto jamás impusieron a sus fieles. Egipto es un ejemplo también en ese tema, donde conviven en total armonía, en la misma cuadra, las iglesias católicas, las mezquitas musulmanas y las sinagogas judías.

Por donde pasa el barrio Kopto ahora, es suelo original de Egipto, y de ahí la traducción de su nombre, pues Kopto significa egipcio. Pero antes de que esa tierra fuera llamada como hoy se llama, fue parte de la antigua Babilonia, y es justo por sus calles, hoy casi subterráneas, que un bebé llamado Jesús vivió durante tres años, con sus padres José y María.


Estar allí es como si entraras en la máquina del tiempo que te lleva al pasado. Incluso el barrio parece estar varios metros bajo el suelo, como si en serio bajaras a una nueva dimensión, y atravesando túneles y caminos muy angostos, llegaras a explorar lo que fue una tierra llena de historia y magia. La fe religiosa se siente con mucho más ahínco ahí que en cualquier otro lugar donde jamás hayas estado, dicen que Egipto tiene muchas razones para considerar que su tierra tiene intervención divina, o al menos intervención no humana. En el barrio Kopto es imposible que no pienses en lo anti humano que parece todo, al menos por un momento cruzará por tu cabeza.

La iglesia colgante, luego convertida en San Jorge por los católicos, tiene un arte árabe dentro de un espacio curioso, se le llama colgante porque sus murales parecen pender en el aire al estar sujetas únicamente por unas vigas y haberse mantenido ahí por cientos de años. Luego, en otra de las capillas encontramos esta pequeña cueva, que es como un apartamento de una planta, muy digna y sencilla, donde María, José, y Jesús se escondieron, pues recordemos que salieron de Belén perseguidos.
Seas o no creyente, el lugar, donde no se pueden tomar fotografías o grabar, tiene un hálito de paz, sientes como una aparente calma. Como si tu cuerpo pesara menos.

Ya la ciudad, o mejor dicho, lo que habría sido Babilonia es tal como lo imaginas, con calles angostas y laberínticas, todo arenoso y casi como un gran mercado oculto. Hay gente que parece estar trasladada desde la misma época de Jesús hasta nuestros días. Mi descripción sencilla es que este barrio pondrá a prueba tu fe, la tengas o no.

Sin mucho drama y sin mucho alarde también están allí una mezquita y una sinagoga, todas bellas, todas dedicadas a su fe. Acá la gente no se mata, ni se pelea, ni busca tener razón sobre cuál es el Dios verdadero o sobre qué religión es mejor que la otra, otra lección de los egipcios. Seguramente Jesús, Alá, Buda, Mahoma, y todos los otros vicarios de los que se han adueñado las religiones, tampoco hacían tanto alboroto, solo repartían amor, eran lo que eran, amaban con generosidad, eran humildes y compartían su sabiduría y sus manos hacia todos por igual. Eso habría que recordarlo.


Le di un capítulo completo al barrio Kopto porque estar en un país como Egipto es estar atravesada por completo por la religión y sobre todo por la fe, y es tan importante diferenciar que religión y fe no son lo mismo.

La fe de los egipcios era hacia la vida eterna, o la vida después de la muerte, su culto no era precisamente a la muerte, mas entendían que todas las acciones que hacían en su presente tendrían un eco en la eternidad. Yo percibo que eso sigue siendo así para los egipcios actualmente.

No quisiera cerrar mis escritos sobre el viaje sin hablar, por supuesto, de las pirámides, pero quiero que lleguen a ese último post, comprendiendo que cada construcción que tenía esta gente era una filosofía de vida, era su leit motiv, era su manera de relacionarse y de entender el mundo.

La fe, es mucho más que solo los templos.

El barrio Kopto dio pie a nuestra visita a la mezquita de Saladino también conocida como la mezquita de Alabastro, hoy convertida en museo, y que en su momento albergó entre sus murallas a 10 mil habitantes. Es una maestría de la arquitectura árabe y se compone de otra mezquita menor. Saladino, un sultán turco que procuraba impedir que las cruzadas llegasen al territorio, y en conmemoración de su hijo, mandó a trabajar el Alabastro, material de principal orfebrería en Egipto, y edificar una mezquita inspirada en construcciones turcas.

Dentro hay 365 lámparas que representan los 365 días del año. Ahí nos hicieron una demostración de la oración, los amplios jardines permiten tener una envidiable vista panorámica de la ciudad de El Cairo.

En la mezquita, siempre es fundamental quitarse los zapatos o cubrirlos con algún tipo de material que no entre en contacto directo con el suelo, cuando ves a los turistas, principalmente a las turistas sin haberse cubierto puede deberse a no haber recibido la información correcta pues te mencionan con mucha claridad que debes llevar cubierto el cabello, los brazos completamente y también las piernas.

Por dentro la mezquita de Alabastro es un centro de oración que realmente te invita a ello, es muy pacífica y te conecta rápidamente con tu centro profundo. Se pueden visitar los patios exteriores y conocer la historia de Muhammad Alí, pero no el boxeador, sino el gobernante.

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