11 oct 2021

Egipto y una historia milenaria X (capítulo final)

Jornadas egipcias

Capítulo X (capítulo final)

La octava maravilla del mundo


Que duro se me hace escribir el final de mi viaje a Egipto, es como si extender el relato al blog hubiese extendido el viaje, y me hiciera estar allí todavía. No me quiero desprender y quiero que ese polvo en mi cara, las gotas de sudor en mi cuello, el inmenso calor, la sed inclemente, el viento incesante, los olores, los colores, los sonidos, que todo se quedara aquí conmigo y que al cerrar los ojos volviera a estar allí para siempre.

Luego de casi 20 días en Egipto, iba por los aeropuertos diciendo a todo mundo "Shokran", "Shokran Keteer", "shokran kulu" que seguro no se escribe así. Después de escuchar árabe por tantos días, de comer su comida y pisar ese suelo, sientes que tu alma ha encontrado ese pedacito que le faltaba. Dice la genética que todos los seres humanos, sin excepción, tenemos nuestro origen en África, yo ya he entendido que no hay nada más cierto. Vienes y te encuentras con ese origen, el origen no solo de ti, sino de la vida en sí misma.

Este capítulo cierra con El Cairo, la loca ciudad capital de Egipto, tan diferente a ninguna ciudad que haya conocido jamás, y a la vez tan parecida a Guayaquil en Ecuador, y a La Habana, en Cuba. No es ambicioso pensar así, al contrario siento un aire familiar en cada uno de estos espacios, razón por la que siento que siempre volveré al Cairo.

Todo es sorprendente en Egipto, todo es nuevo, todo es extraño, todo es como si lo tuvieras que ver y vivir dos veces porque no sabes en qué plano estás. Esta gente inventó el papel de una planta, una planta conocida como papiro, y la creó de la forma más sencilla, casi como una manualidad o un deber que te mandan en el kinder, deshilachaban el tallo del papiro, ponían intercaladas hileras de papiro y luego las ponían bajo piedras para que se juntaran. Este "papel" es resistente al agua, por lo que miles de años después puede y sigue conservando intacto su contenido.

El papiro, en Egipto y en el mundo, vale más que el oro, porque guarda los secretos de cómo se hicieron las pirámides, y guardan la sabiduría y ese misterio nunca develado de todo lo que se queda sin respuesta, lo cual es mucho.

Hace unos meses Egipto mostró el "Desfile de los faraones", donde salieron del museo egipcio 22 faraones y faraonas con el objetivo de habitar su nueva casa en el museo de civilización egipcia. Este nuevo museo abre el año que viene. En su lugar, el museo antiguo que conserva más de 52 mil piezas, sigue siendo muy atractivo, una sala se lleva todas las miradas, es la sala dedicada a los tesoros de Tut Ankh Amun, el rey niño, el faraón olvidado por los egipcios, y reencarnado a Dios por un investigador inglés que le dio fama mundial.

Tut Ankh Amun ascendió al trono egipcio a los nueve años, y murió de malaria, además tenía una afectación en los pies que le obligaba a caminar con bastones, o sujetándose de varas. Así es retratado en los artefactos que se conservan de lo que fue su reinado. Tut Ankh Amun no era un faraón importante porque, al ser un niño, y al estar siempre enfermo o débil, no representaba la imagen de lo que un faraón debía ser.

Cuando un faraón ascendía al trono, inmediatamente empezaba a preparar sus cámaras mortuorias y su última morada terrenal en el valle de los reyes, o en algún otro territorio como las pirámides. Lo cierto es que Tut Ankh Amun a penas y les dio tiempo a sus sirvientes de terminar su cámara principal cuando falleció casi de sorpresa, por lo que fue enterrado con lo que se hallaba a la mano, casi sin honores y con muy poco en relación a sus antecesores. Pasó el tiempo, y el polvo y los años hicieron que incluso los egipcios olvidaran al rey niño.

Un día, el inglés Howard Carter y lady Isabel, su sobrina, iban andando por el valle de los reyes, pues Carter había estudiado la historia de Egipto y había datos que le hacían falta, datos sobre cierto faraón que no constaba en ningún papiro, y que no tenía grandes edificaciones en ninguna parte, pero que no hacía coincidir a su antecesor y su sucesor. Parecía que la tierra se había tragado la información de algún faraón perdido. Aquel día, le pareció particular llegar a un espacio donde las patas de su camello se hundían. El desierto tiene arena, es cierto, mas el valle de los reyes tiene una arena bastante firme. El instinto y la intuición de Carter hicieron que pidiera permiso de excavación al gobierno egipcio, pero fue negado.

Hizo otro tipo de excavaciones menores, algunas investigaciones, pero algo le decía que había encontrado algo más. El gobierno egipcio se negaba, puesto que el lugar donde Carter quería excavar era bajo la tumba de otro faraón, se trata de Ramsés VI y sus cámaras mortuorias son amplias y lujosas, por lo que dañarla por excavar por la intuición de un investigador, no parecía una buena idea. Carter se mudó cerca del valle de los reyes, aún hoy su casa se encuentra allí y es herencia de la familia Carter.

Luego de varios intentos, el hombre consiguió su objetivo, y llegó a dar con la tumba de lo que parecía ser un gobernante olvidado, nadie tenía datos, ni sabía nada. Las paredes no estaban decoradas, y no existía algún papiro o indicio que explicara mayor cosa. Pero no hacía falta, la tumba de Tut Ankh Amun tenía algo más, algo que le haría no solo volver a la vida, sino hacer que su nombre jamás volviera a ser olvidado: todo su ajuar mortuorio intacto.

Egipto tiene el 99% de su historia saqueada, ninguna tumba jamás fue encontrada intacta, todo lo que sabemos, lo sabemos gracias a lo que los jeroglíficos tallados en piedra dentro de las tumbas nos han contado, y lo que la imaginación invita gracias al detalle y minucia rigurosa que se encuentra en los espacios donde alguna vez, hubo tesoros. Entonces, al hallar la tumba de Tutankamón llena de oro, como la única en su especie, lo que sucedió es que abrió las posibilidades a estudiar cómo realmente se enterraba a un faraón.

El museo egipcio está repleto de piezas de todos los tamaños, incluso diminutas orfebrerías y manualidades con las que se enterró al faraón "más simple". Tanto oro, tanto, que no cabía en los ojos de quienes encontraron su tumba, y también la muerte. Se sabe que todos quienes participaron en abrir la tumba del faraón murieron en el transcurso del siguiente año, y aunque es ampliamente extendida la historia de una maldición, la realidad es que Tutankamón fue enterrado con cientos de gatos que serían sus custodios en la siguiente vida. Los gatos generan una bacteria, que es la que terminó matando a todos los exploradores.

Hoy en día se cree, que todas las tumbas de los faraones tenían casi las mismas ofrendas, así que todos quienes saquearon el oro de cada sepulcro, deben haber muerto por la misma infección. Está comprobado que no hubo maldición, y los gatos cumplieron su cometido, proteger y salvaguardar a sus faraones en esta y en todas las vidas.

No se pueden tomar fotografías donde está el sarcófago y demás piezas del sepulcro, son cientos de collares, anillos, pulseras, orfebrería, tesoros y tesoros de oro puro con incrustaciones de piedras preciosas. Lo que comparto aquí es lo que está fuera de la sala, pues todo lo hallado de Tutankamón, da para llenar todo el segundo piso del museo del Cairo, más todo lo que se llevaron a "estudiar" en otros países.

A todo esto, la razón por la que esta ciudad y este país se hicieron famosos, tiene que ver mucho con la delicadeza y el cuidado de sus sepulcros, y porque son los maestros de la magia. Si no creyeras en ella, aquí en Egipto se te pasa. Y probablemente una de las obras un tanto magia, un tanto astronomía, un tanto astrología, un tanto fe, un tanto arquitectura y muchísimo de misterio que más han afianzado la teoría de que Egipto se adelantó mucho a su época, son las reinas y señoras de todo el planeta, las pirámides de Giza.

Giza es un territorio, llamémosle barrio a las afueras de El Cairo, por lo que podríamos decir que están en el Cairo. Como el cielo tiene vasta contaminación, no es posible verlas con nitidez desde los miradores, por ejemplo en la mezquita de Saladino se ven, pero en las fotografías no sale. Cuando vas llegando a Giza, al sitio donde se hallan la esfinge y las pirámides, es imposible no derramar una lágrima, es imposible no sentirse ridícula e insignificante cerca de esta obra sin precedentes literalmente.

Cuenta la historia que había siete maravillas en el mundo antiguo, una de ellas sobrevive al tiempo y a los desastres naturales, la gran pirámide de Jufu, que probablemente no sería tan grandiosa sin sus hermanas casi gemelas Jafra y Menkaura. Son mundialmente conocidas con sus nombres griegos: Keops, Kefren y Micerinos. Esa maravilla del mundo antiguo, hoy ascendida a maravilla honorífica del mundo moderno es, sin lugar a ningún tipo de duda y con sobra de merecimiento, la octava maravilla del mundo.

 

No hay nada, en el universo entero, que se acerque a su belleza, a su perfección, a las toneladas de peso de sus bloques, a las casi cinco hectáreas que ocupa y a los millares de preguntas que vienen a tu cabeza cuando la tienes delante, a ella, y a sus hermanas. Lo mismo pasa con la esfinge, a la que es casi imposible sacar completa en una fotografía de cerca con sus más de veinte metros de alto.

La gran pirámide es la primera, pues el faraón Jufu mandó a edificar algo que estuviera a la altura de su mandato, mide 136 metros actualmente, estaba recubierta de granito y piedra caliza rosa y se cree que hay, un aproximado de 100 pirámides aún bajo tierra, si no son más. Esta ha sobrevivido 4668 años en pie. Y es la verdadera gran pirámide, porque es la que tiene más dimensión pues ocupa el espacio de cinco canchas de fútbol y un poco más, con sus 230 metros de longitud.

A Jufu la hicieron con piedras que pesan entre 2 y 8 toneladas cada una, y no existe un papiro que compruebe cómo fueron realizadas, por lo que se especula que se realizaron con rampas, con discos y palos, con mano extraterrestre, y un sin número de teorías que son solo eso. Por cierto, los egipcios no quieren ni oír la idea de que alguien mencione intervenciones "divinas" de las pirámides, ellos creen fielmente que es mano humana la que las hizo, en ese sentido, siguen en busca de papiros y se excava constantemente al encuentro de que algo confirme cómo se hicieron estos colosos.

La gran pirámide fue hecha allí porque casi colindaba con el Nilo, y estaba al poniente del sol, en el ocaso que representaba la muerte, y para resucitar a la vida siguiente en el amanecer. Es un gran reloj solar y también representa aquí en la tierra, la misma posición (hay quienes discrepan) que el cinturón de Orión.

Contrario a lo que se piensa, la gran pirámide no es "perfecta" es decir sus líneas no son perfectas, sin embargo su arquitectura y edificación sí lo son, por lo que parece simétrica y de lejos parece tener toda la formación de una pirámide intacta. La realidad es que su edificación tiene una especie de gradas, y subir a la punta puede tomarte alrededor de 4 minutos, esta actividad, por supuesto, está prohibida.


La pirámide de Jafra, o Kefren en griego, es la que siempre se confunde con la gran pirámide, en realidad es una ilusión óptica. Jafra era el hijo de Jufu, y siendo hijo de Jufu, no podía "superar" a su padre, así que no podía hacer una pirámide más alta o más grande que la de su papá. Como faraón, sin embargo, cada uno se destacaba por dejar obras para la eternidad que exaltaran lo que había sido su reinado, por lo que Jafra decidió hacer una jugada inteligente.

Mandó a construir una pirámide con la misma altura que la de su padre, pero en un terreno más alto, por lo que desde todos los puntos de vista esta pirámide, la segunda, siempre se ve y se verá más alta que sus hermanas, además su ángulo de inclinación, de 51° contribuye a que la ilusión óptica sea sobresaliente. Tiene 215 metros de longitud, y su inclinación sí la hace más empinada, esa es la razón por la que los ladrones de material de construcción, no pudieran robar el recubrimiento de la punta, que es la única que aún se conserva.

Todas las pirámides de Egipto, posteriores a Jafra, copiaron este modelo para sus pirámides, por lo que esta es realmente la pirámide más famosa, y con la que más se confunde a la maravilla del mundo. No queriendo quedarse atrás en grandeza, Jafra también mandó edificar la esfinge, que aguardiana las pirámides y que es el rostro de Jafra, visto desde el complejo de las pirámides, la esfinge se encuentra justo delante de la pirámide de Kefren.

Hace no tanto tiempo se descubrió que la pirámide del medio, es decir la de Jafra, no tiene cuatro lados como se pensaba, sino ocho, lo cual alimenta muchas teorías sobre las razones de ese tipo de construcción. Después de más de 4000 años, esas líneas divisorias de los ángulos casi no se distinguen en tierra, mas en tomas aéreas se pueden notar las ocho caras. No hay papiros que confirmen, nieguen o expliquen nada de las pirámides y sus "coincidencias" en el cielo, o sus extrañezas.


Menkaura, o Micerinos en griego, era el hijo de Jafra y a su vez nieto de Jufu. Él simplemente tenía un espacio allí para hacer su pirámide, pero su reinado no fue tan frondoso, por lo que no tenía mucho dinero para hacer una pirámide ni cercana a la de sus ancestros, lo que hizo fue una pirámide estilo Jafra, pero de 65 metros de altura y 108 metros de longitud. Tiene un gran golpe en una de sus caras porque se intentó demoler las pirámides, al percatarse de que sería muy costoso, desistieron de la idea (felizmente).

Todas las pirámides cuentan con otras pirámides anexas para las esposas y otros nobles de cada uno de los faraones allí enterrados. Las tres fueron presa de muchos robos, la gente se llevaba las piedras para construir otras edificaciones, entonces son bastante irregulares, aunque siempre se ven muy perfectas de lejos.

Hay dos entradas para el complejo de Giza, uno tiene una boletería para ir dentro de las pirámides, y por el otro ingreso, tienes acceso a la esfinge que cuenta con todo un complejo para ella sola.


No puedo cerrar aquí sin mencionar que algunos temas han quedado inconclusos, así que concluyo todos los capítulos aquí y en una posterior edición haré un epílogo del viaje. Abrazo con mi corazón esta tierra preciosa, increíble, extraña y apasionante y les invito a que hagan la visita a Egipto que es muy económico y realmente lo vale, cada segundo y cada milímetro recorrido se marca en su piel a fuego.

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