31 dic 2019

La década de las primeras veces

Sin referir un tema a cada año, he querido hacer el top 10 de cosas que han marcado la década para mí, en mi vida y en mis circunstancias. Recuerdo con claridad cuando en 1999 la gente se suicidaba y había una paranoia social con el tema de cambio de siglo, bajo esa misma lógica del año finalizado en 9 como el fin de un ciclo, agarro el cierre de la segunda década de vida.

Le llamaré a este recuento, la década de las primeras veces, porque siendo tan joven todavía, mucho de lo vivido jamás lo conocí o tuve una experimentación que me hiciera acercar con pericia, fruto de ello, las primeras veces se tiñen de lo más bello y de lo desconocido, son sonrisa y a también son lagrima.

10. La mala racha
Pocas cosas en el mundo le hacen a una aprender tanto como las cosas que salen mal, o que no salen. No es algo que haya sucedido tan solo una vez esta década, al contrario, cada año ha ido marcado de lo bueno y lo no tanto, pero es gracias a ello que cierro el período 2009 - 2019 con algo de alegría ahora. Nada se compone solo de felicidad.
Mi abuelo ha fallecido, me demoré dos años en graduarme de tercer nivel, me quedé sin trabajo, me lanzaron energías negras, me quedé sin dinero y casi al borde del colapso, mis niveles de tristeza estuvieron disparados un amplio lapso de la década. Todo esto, que ya no existe más, es parte fundamental de mi crecimiento posterior.

9. UTE: Entrada y salida
Era un 2009 que iniciaba esta década que ahora acaba, y se marcaba con el fin de mi estadía, y de mi paciencia, con la Universidad Central. No era lo que busqué y fruto de ello encontré la facultad de comunicación de la Universidad Tecnológica Equinoccial. Ingresé con mucha ilusión y aprendí, más de la vida que de Periodismo, aunque también.
Para el 2014 había egresado, con el corazón roto, con los brazos vacíos y con unos dolores en el alma que parecía que nunca se iban a ir. Esa profunda depresión me limitó de tal manera que demoré dos años en hacer la tesis; subía a la Universidad y lloraba porque los recuerdos de otros tiempos me devoraban el alma. Me gradué en 2016.
Me llevo mi paso por el teatro de la Universidad, como algo maravilloso, que me sostuvo dentro de la desequilibrante realidad que rodeaba mi carrera. A toda la gente que conocí y amé, en este fin de la década, un salud.

8. Trabajos
La falta de él, el exceso de él, las primeras veces haciendo cosas impensadas, el vínculo con áreas que nunca creí posibles. Los equipos que han sido increíbles y otros no tanto. Si bien no me inicié trabajando esta década sino en la anterior, esta es la primera en que me veo en la necesidad de hacerlo y sufro cuando no lo hago.
Destaco mi paso por HotCold en la coordinación del vacacional Xakasún, que es mi primer encuentro pseudo formal con la infancia, y la Secretaría de Cultura del DMQ que me ratifica mi amor por la gestión cultural y probablemente la utilidad de la comunicación en ello.

7. Oriente
Corría el 2009 y mi despecho de la Universidad Central me había hecho sentir que tal vez debía tomarme un tiempo, así hice. Gracias a una amiga entrañable conocí Nuevo Rocafuerte, y habité ahí, tuve un paso corto por el Coca, y mi cuerpo siempre ansía volver a esa tierra. Tena es una ciudad donde podría incluso vivir.
La conexión conmigo misma y las cientos de anécdotas que saqué de aquella experiencia en el oriente, lejos de todo, de todos, sin internet, sin periódicos incluso. Asemejo el espacio al sitio donde habita el personaje central de "El Coronel no tiene quién le escriba", solo que a mí me daba gusto que nadie en la tierra supiera donde estaba.
Mi vida dio un vuelco luego de esa experiencia, sin duda en otra vida mi sangre tuvo el veneno de las serpientes, y en otras vidas yo debo haber estado siempre en esas aguas. El Oriente ecuatoriano no tiene comparación, no es solo un bello paisaje, que también, sino que es una forma de vivir que solo cuadra con almas antiguas, como la mía.

6. Docencia de Primero BGU
Esta década está marcada para mí por el accidente más bello, encontrarme con la educación fue una búsqueda que no estaba realizando, pero me dio casi todo lo que quería, buscaba y necesitaba. Entre los centenares de estudiantes que han pasado por mis aulas, y que he recibido con todo mi corazón, están niñxs muy pequeñitxs, adolescentes, adultos. Cada grupo se queda en el corazón, o al menos alguien de todo el grupo de estudiantes, te roba un poco de amor, y te enseña mucho más de lo que puedes imaginar.
Una experiencia muy desencajante, me sucedió en 2016, cuando ingresé a una institución que me ha dado largo material de crítica a la educación, incluso en este mismo blog he despotricado sobre todas las cosas que vi mal ahí, y que se siguen practicando en muchas esferas educativas. No quiero hablar mal, tampoco tengo nada bueno que decir de ese lugar; sin embargo conocí a un grupo de estudiantes del que me enamoré perdidamente. Fui su tutora y fue el primer curso que estuvo a mi cargo enteramente, soy lo que soy en la educación, porque aprendí todo con ellos, me bauticé, me hice guerrera y perdí ahí.
Hoy son mis amigos, no terminé esa experiencia porque no pude (es aquí cuando me llegaron esas energías negras que mencioné al principio) pero luego de ello, soy una tiburona, nada me vence, nada me sorprende en la educación, y ahora sí sé cómo actuar. Así que gracias por el amor, y por las heridas.

5. Viajes
Como para marcar el cierre y el inicio de algún ciclo, los viajes dentro y fuera de Ecuador me acompañaron mucho esta década. Entre los nacionales, que no incluyen el oriente porque eso es una experiencia de vida, destaco que conocí Galápagos, un lugar mágico que me invitaba a ver sus conjuros naturales mientras calmaba mi vida. 
Pero quiero asignarle este espacio en el "top 5" a un país que fue mi sueño conocer. Cuba era un país que estaba en mi lista de prioridades en la vida y lo logré, sin imaginarlo siquiera un día solo me armé de voluntad y fui para allá. La Habana es un verdadero espacio-tiempo que no tiene explicación, y que solo terminó de añadir fuerza a esas leyendas de gallardía, de revolución, de resistencia.
Especial mención quiero hacer al Lago Titicaca, su belleza no tiene comparación, y las nubes parecen algodones que parecen ser puestas como con unas pequeñas pinzas, el helado viento que besa tu rostro es solo un abrazo de la vida que te hace respirar con los pulmones hinchados de vigor.
A la mágica Macchu Picchu, y la extrañeza del Cuzco, gracias por enseñar al mundo que nadie podrá matar la herencia inca, y por construir amaneceres y atardeceres inundados de historia, de misterios, de preguntas, de relaciones y de teorías. Máncora, y su falta de fotos porque perdí la cámara, es un tatuaje en la piel de que la alegría es un espíritu que flota por encima de las cabezas que se disponen a recibir el amor y la armonía del universo.

4. Malayerba y sus raíces que son alas
Me cuestioné por horas si Malayerba debía o no ir directamente en mi podio de la década, porque el 90% de mí, de lo que soy, de lo que replico, de lo que entrego al mundo, de cómo me relaciono con las personas y las cosas, lleva el sello de mi Laboratorio, que irónicamente fue mi escuela.
Otro debate lo tenía con el bronce de esta lista, porque es la maestría la que me hace dudar mucho más que tener certezas; por eso entre el número 4 y 3 de esta lista se entrecruzan, pero creo que es bueno irle dando espacio al tiempo para que pueda hacer de Malayerba mis alas, porque es mi raíz.
Debo a Malayerba casi todos los contactos que tengo en la vida, casi todos los trabajos que he tenido en la vida, y por Malayerba puedo dar clases porque aprendí ahí todo lo que sé, en Malayerba me humanicé y mi ser tiene un antes y un después de ingresar y salir de esas salas. Tanto llanto, tanta alegría y tanta fuerza solo podían haber sido inyectadas ahí. Gracias a Malayerba viví la experiencia del Festival Mujeres en Escena por la Paz en Bogotá de 2013, y los otros tantos festivales a los que he tenido la oportunidad de asistir solo por el amor eterno al teatro. Mi última función se me inflaba el pecho del orgullo y la felicidad, porque hacer lo que amo, y poder dirigir (otra primera vez en la década) son gracias a mis maestros, y a sus enseñanzas.
Me quedo con el rastro de esas huellas, que por cierto me dieron beca en la universidad para estudiar, el teatro que me lo ha dado todo, todo todo; me invita en esta nueva década al proyecto más demandante de mi carrera, y me ha obligado a lanzarme a la dirección con una vehemencia tan propia de las tablas que no tengo más que dar gracias al arte, que me permite conocerme, y encontrarme con la vida en su expresión más amplia.

3. Maestría y su gente
La medalla de bronce, se la merece mi maestría, que me ha despertado, abierto los ojos, cambiado, conmovido, cuestionado, vapuleado, vilipendiado internamente, ha sacado la mejor versión de mí, y me cierra la década con un reconocimiento de parte de mis compañerxs que es la cereza a una vida de gestión política desde los rincones, porque nunca he querido nada para mí.
A todxs valoro, respeto, aprendo, admiro. De cada una de las personas de la maestría he aprendido algo y me he maravillado escuchando sus disertaciones y comprendiendo nuevas y mejores maneras de gestionar las artes. Gente tan linda de la que ya pronto me deberé despedir, pero que la vida unió como capricho del azar.
Me cuestiono todas las formas de proceder que tengo ahora, me pregunto a quién sirvo y de quién soy servil; qué me sigue colonizando y cómo combato esas formas. Tengo la posibilidad de dialogar con tanta heterogeneidad sin intención de homogeneizar, y de escuchar porque me inclino.
La educación pública, gratuita y de calidad en artes, es un derecho, y por ese derecho trabajaré hasta la muerte.

2. Amigxs
Tuve un lapso de aproximadamente dos años, donde la mala racha que tocaba en el punto 10, no me dejaba de respirar en la nuca. Como familia nos pasaron cosas terribles, a título personal andaba de capa caída y no encontraba trabajo, el desamor me rodeaba, tuve una tras otra de cosas negativas y de un aura muy oscura que parecía no querer irse de mí. Solo la vida sabe cómo pude salir de esa época que parecía no tener fin.
Probablemente, una de las principales cosas que me permitieron resistir e incluso sobrevivir a tan mal tiempo, fueron mis amistades, venidas de todas partes, que incluso me prestaban dinero, que no me dejaron caer, que siempre tuvieron un plato de comida, una mano amiga, o incluso una palabra de aliento. Sin estas personas maravillosas, durante toda esta década, no lo habría logrado, y ese es un tesoro que agradezco profundamente poder tener.

1. Familia
Cuando las cosas marchan mal, lo único que queda es unirte con tu círculo más íntimo y confiar unos en otros. Mi núcleo familiar más cercano se hizo impenetrable en esta década. Mi hermana partió, mi hermano también, mi prima también está lejos, pero como familia somos indestructibles, ahora más que nunca conocemos el significado del acero, porque es en ello en lo que nos hemos convertido.

Recibo con amor el año que viene, y la década que comienza, cambio de edad y de piso, pero me mantengo en lo que ha sido digno de emular, y lo que me ha ayudado a crecer.
Por lo que fue gracias, por lo que viene amén.

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