28 ago 2016

El bosque conversa contigo en el Ilaló

Me habían propuesto subir el volcán apagado del Ilaló, desde antes de comenzar a planificar todo tenía claro que la cima no era donde usualmente se cree, la cruz, sino que es un poquito más allá, una media hora más de subida. Desde el lugar donde salimos en el Valle de los Chillos cantón Rumiñahui, provincia de Pichincha, se ve tan cerca que una cree que llegar a la cima será cuestión de llegar, subir y ya.

Yo supe siempre que el Ilaló era un atractivo turístico, sin embargo tuve la oportunidad de comprobar que de atractivo queda poco. Las quince cruces que hay que escalar para llegar tienen un camino en extremo descuidado, no entiendo cuándo es la festividad en la que las personas cercanas al Valle de Tumbaco hacen su peregrinación con motivo de ofrendar a Dios su gratitud, pero seguro y no es tomado muy en cuenta por las autoridades del sector, que lejos de hacerlo atractivo, la repelen a una como turista.

Engañoso el caminar, va una poco a poco subiendo y no sé si será falta de entrenamiento, o de corazón pero sí que fue duro subir, es una cuesta que, dicen los lugareños, está a dos horas y media (2h30') de terminarse a la subida, y una hora de bajada. Ellos porque lo harán con frecuencia. Ya al ir subiendo se notan un par de cambios, el sol empieza a ser recalcitrante y antes de comenzar oficialmente el sendero, hay una tienda donde el agua ya está al doble.

Inevitablemente una va contando las cruces, como me dijeron de entrada que eran quince, cuando llegué a la tres ya me sentía realizada, porque es el primer monte que realmente siento que trepo (no sé si estoy usando bien el verbo) en su totalidad. El Ilaló fue mi primera cumbre.

Las cruces son ubicadas de forma tal, que hay unas muy cerca y otras tan tan distantes que no entiendes por qué simplemente no terminas de llegar. Un ejercicio muscular impresionante que se conjuga con la ensolación que te da sí o sí después (o depende a la hora que subas) y ese sonido que no conoces dónde se origina, pero va aumentando para acaparar todo el bosque de eucaliptos que hay en la zona y escuchas al bosque hablar.

Eso es precioso, las brisas constantes que se recogen, se mueven y bailan dentro del bosque para luego reunirse contigo, como si te invitaran o un dios de los vientos diera la aprobación para que también seas bienvenido.

Denuncio a las autoridades falta de interés por este atractivo turístico, se debe mejorar el camino, sobretodo porque hay comunidades, casas, familias que habitan vía a la cumbre, y porque el mismo hecho de que haya sectores de cultivo y parece que de ganadería, casi nos saca un buen susto a mi acompañante y a mí, pues ya una vez en la cumbre y luego (menos mal) de haber comido y descansado, asomó un toro salvaje aún pequeño con los cachos afinados, y no hubiéramos quedado ni para el cuento si no fuera porque parece que el pobre animalito se asustó también, y no salió hasta que nos hubimos ido. (Bajamos del susto, en 15 segundos lo que habíamos subido en media hora).

También denuncio que aunque la afluencia de gente no es tumultuosa, para el día en que subimos nos encontramos mínimo con diez personas, entre familias, grupos de amigos, ciclistas y gente como yo que subía un poco por curiosidad y otro tanto por subestimación de los más de 3000 msnm que incluye este monte. Hay poca basura, pero está ahí, no hay quién vea por la limpieza y manutención del lugar, se podría empedrar, o cuidar que el camino de tierra esté un poco más asentado para prevenir accidentes, es un sitio precioso que se puede mejorar y explotar.

No hay qué decir de la vista, la foto que está acá puesta del Cotopaxi, el volcán guapo, es un zoom porque el lente de una cámara jamás captará las bellezas que capta el ojo humano, pero es una imagen imponente y preciosa, en algún momento del día manifesté que era como si alguien hubiera pegado la imagen del Cotopaxi, justo al frente de la cruz del Ilaló (que funciona como pararrayo) como una calcomanía sobre un gran panel de cartulina. La vista de todos los Valles es alucinante, limpia, nítida, me enorgullecí de no ver contaminación, es un lugar realmente precioso que recomiendo.

 Datos a considerar:

1.- Llegue hasta las piscinas del Tingo en bus o en carro, y de ahí en adelante es a pie, a la derecha de la iglesia. Mejor dicho, todo derecha.

2.- Viaje en la mañana, mientras más temprano mejor, para que el sol en su cénit no sea infame con su pobre piel, también su cabeza se lo agradecerá.
3.- Lleve su agua, a mí me funcionó con dos botellas, una y media de subida y una de bajada, y de las botellas pequeñas. El peso se sentirá a medida que avance.
4.- Lleve zapatos cómodos, trepa montaña.
5.- Coma allá, no haga basura, y si la hace llévela en su mochila, no la deje ahí.
6.- La zona tiene una alta cantidad de paja y especies de plantas que hacen rápidamente fuego, no deje ningún tipo de encendedor en el sitio, porque puede provocar un incendio forestal tenaz. (apague colillas, no lleve botellas de vidrio ni las deje ahí, si inicia una fogata, asegúrese de haberla apagado)
7.- Vaya a su ritmo y disfrute del paisaje. Respire aire limpio y deléitese con la vista única del Cotopaxi.

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