No me centraré en atacar a la televisión ecuatoriana, a la que buena falta le hace una crítica profunda; simplemente mencionaré que en casa nos quedamos sin televisión hace unos tres meses y eso ha servido para ahondar en la creatividad y buscar otras maneras de pasar el tiempo, de enterarnos de las noticias, de distraernos.
La primera semana se te va en leer algo más, en arreglar la casa, limpiar el clóset, escuchar buena música, la segunda semana abres otro libro, siembras otra plantita en el jardín, limpias las ventanas, lavas las cortinas, o algo de ropa a mano (sí, yo aún lo hago, pero un par de prendas nada más). Si tienes algo de dinero y de tiempo viajas un poco... en fin. A partir de la semana tres en adelante, yo que no soy muy pegada a la televisión, ya estaba como diablo en botella sin poder ver Wimbledon, o un buen documental o un par de programas de televisoras internacionales. Imaginen entonces cómo estaba el resto de habitantes de la casa.
A mí me sirvió entre otros, para hacer un blog y sostenerlo, para leer un poco más y estar más pendiente de mis amistades, mis aficiones, de mis actividades varias y resumiendo, anoche la televisión volvió, y volvió el ruido y la programación basura hasta que nos vuelvan a activar el cable y poder rescatar algo pescando por otros canales. Como recomendación, es lindo ver qué pasaría si se deja por un mes la televisión, se los recomiendo como ejercicio.
En este tiempo encontré varias cosas buenas y hoy les comparto una de ellas. Mi maestra de educación vocal me había prestado hace tiempo un boletín musical, el número 15 para ser exacta, y me adentré en investigar un poco más y me volví una viciosa de Casa de las Américas, y de su trabajo en pro de la música, de esa que mira para adentro, que me enseñó que históricamente todo se escribe desde Europa y ya nuestra América morena nunca pudo desembarazarse de esa inclinación pero que nosotros tenemos mucha mayor riqueza en nuestra música si nos detenemos a escucharla.
Entran ustedes a ese link, bajan hasta el tope, y ahí están las 41 ediciones, no piensen que están desactualizadas, ni que no han tenido continuidad, al leer cada una de ellas se van a dar cuenta que la vigencia de sus temas es más contemporánea que cualquiera de nosotros. Cualquier amante de la música, de la enseñanza musical, de la formación de públicos en pro de la música, y de la música por el simple hecho de calor del alma, apreciará esta lista de artículos que la dejan a una, boquiabierta y preguntándose por qué nadie ha cambiado la formación de música.
En otras entradas hablé de Playing for change, del Womad de Chile, del Ollin Kan en México, y esta vez Cuba tiene este puntazo. Así mismo, les comparto si no es de su interés leer los boletines musicales, el informativo de la Casa de las Américas, este sí al día, y que aunque sea lejano, les hará indagar en artistas, géneros, corrientes, melodías, voces, ritmos que nunca habían escuchado y que les puede aportar un poco más a sus oídos.
Invitados siempre todos, a dejar la tele, y a oír mucha más música.
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