18 oct 2020

Bruja, mujer, medicina

Hace alrededor de cinco siglos, las mujeres que tenían algún tipo de vínculo con la sanación, con la medicina por medio de plantas, o una comunicación con los elementos era vista como una bruja. Cualquier conocimiento ancestral pasado por las mujeres de generación en generación era visto como una amenaza principalmente por la iglesia que tenía en la figura de los hombres, la dominación y el camino sacro, y en la de las mujeres, el pecado universal. Muchas desaparecieron debido a ese odio a lo femenino y ese terror a la sabiduría milenaria de las mujeres.

Pasó mucho tiempo para creáramos conciencia de que podemos generar nuestras propias redes de apoyo y podamos confiar en que, lejos de necesitar de la aprobación de nadie, necesitamos crear círculos entre las mismas mujeres, porque solo entre mujeres sabemos nuestros dolores y nuestra fuerza.

Con ese precepto es que nacen en el mundo varios espacios para tejer entre mujeres vínculos que permitan caminar acompañadas, porque yendo solas hemos sido mutiladas en todos los sentidos por siglos.

Con la guía de la naturaleza, como la madre-mujer que guía todos nuestros movimientos, las mujeres por fin entendemos y trabajamos por mantener una hermandad universal que nos lleve a lograr todo, sin juzgarnos ni criticarnos entre nosotras, sino que apoyándonos y sosteniéndonos. Acunando nuestras ideas y nuestras manos, abrazando nuestra magia universal.

Ni el miedo, ni el dolor nos limitan más, ya no nos atan los qué dirán.

He llegado a un espacio donde conocí a hermanas de todas las naciones, de todos los colores, de todos los estratos sociales, de todas las creencias; y no podría estar más enamorada y orgullosa y agradecida del universo el haberme ubicado en el aquí y en el ahora en un tejido que no es casual.

Nada es coincidencia en la vida, y ahora más que nunca sé lo que es no ir nunca más sola, abrazarme con todas y sentir el poder de los elementos mediante la femineidad expresada de todas las maneras. Desde las antiguas ciudades aztecas y mayas, hasta tierra del fuego por allá en Argentina, las mujeres vamos a seguir convirtiéndonos en fuego, en viento, en tierra, en agua.

Vamos a seguir confiando en los 8 caminos de Dharma, en las 4 direcciones universales, en los nueve dones del espíritu, en la dualidad de la tierra yin-yang, femenina y masculina. En el infinito incontable. A las mujeres madres ancestras iniciadoras del sagrado vínculo entre mujeres, gracias por su transitar, que me hace pertenecer al linaje más poderoso del mundo: el de las brujas-mujeres-medicina.

Hermagas para siempre, las honro. Gracias luna por la ciclicidad sagrada, por el proceso tan limpio. Por la brújula plateada. Todas las bendiciones del mundo están depositadas en nuestros úteros. ¡Hecho está!

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