30 jul 2018

Libros ojeados de julio

Morir es una dimensión a la que todos vamos a llegar alguna vez, en ese contexto sería muy fácil asumir la muerte como un episodio y ya. Lo que pasa, es que ese episodio no es como todos, donde el 'y ya' va seguido de una historia siguiente o de algo más después de aceptar el destino. Resulta que cuando te mueres, no hay retorno, o no sabemos.

Ese desconocimiento del episodio luego del día final, es el que angustia, el que intriga, el que invita a preguntarse muchas cosas alrededor del tema. Este mes he tenido muy muy poquito tiempo de lectura, así que aproveché para sentarme a leer estos dos libros que les comparto este día; ambos del maestro mimo José Vacas, famoso por sus formas y estilismo en el mundo del arte.

Esta era una faceta que le desconocíamos por ser muy íntima, se nos revela como un compañero de aquellos que están por morir, él acompaña a cruzar esa puerta entre la vida de los de 'acá' como él mismo les llama, hacia la ¿vida? de los de 'allá'. Nos comparte como si se quedara en la puerta.

De ambos libros debo decir, que es como si estuvieras conversando con alguien así muy cerquita, sobre un tema que te interesa, y aunque no conozcas a esta persona que te habla, te quedas, porque te ameniza el relato. Bendita agonía debo admitir que me ha parecido un tanto escueto, a excepción de ciertos mini capítulos que interesan. Un libro un tanto corto para mi gusto.

El bien morir en cambio, es el primer libro que Vacas escribe, y tal vez por eso yo percibo más corazón, más ganas en este libro, yo los leí en este orden (al revés). Aquí se denota un tratado de calma, o de comprensión, de notar cuánto de vida tiene la muerte, cuánta muerte nos ha absorbido la vida. También pone su opinión ética sobre cómo es 'mejor' morir, o dejarse llevar por aquella pálida muerte, de la que no sabemos nada.

Luego, están los relatos más íntimos de Vacas sobre lo que ha vivido y aprendido en esta compañía que se resume en espera; y me pregunto si estaremos tan listos como él, o tal vez tan hechos a la idea, con tanto corazón puesto en la vida como para poder irnos con la muerte de la mano, como si fuera una amiga.

El último deseo, las últimas formas de vivir, el luchar o dejarse ser por una enfermedad terminal, cumplir con la esencia de sí mismo sin necesidad de aparentar nada porque ya nada queda en ese último tiempo, que puede ser eterno o se puede ir en dos segundo.

Les recomiendo El bien morir, con ese ya están del otro lado -casi que literal- con Bendita agonía pueden hacer un salto, pasarlo rápido o hacerse los locos. Es mejor que nuestro encuentro con la muerte no se haga tanta sorpresa, que nos hagamos no al dolor, sino a la decisión de irnos sin sufrir, sin llorar ni lamentar nada. Vivir a concho, la única consigna para no arrepentirnos al final.

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