28 feb 2018

Libros ojeados de febrero

Empecé estos dos primeros libros que voy a compartirles, en enero, pero uno de ellos se me hizo tan aburrido y largo que acabó por contagiarme la pereza y no logré tampoco terminar el otro.

Hablo del libro Eloy Alfaro Libertador, que como podrán comprobar por la imagen que comparto, es un libro sumamente extenso. Como ecuatoriana, sé de Alfaro, y el hecho de no terminar el libro escrito por el abogado Dumar Iglesias Mata no representa ninguna falta de respeto al prócer de la libertad, simplemente que el libro hace una detallada, muy minuciosa (demasiado a mi gusto) y elaboradísima recolección de hechos, anécdotas, tratados, información, cartas, y levantamiento de todo tipo de datos alrededor de la figura de Alfaro, tanto que yo sentí que el verdadero valor de la historia se perdía.

Como siempre esto es mi opinión personal, pero realmente no pude terminar aunque luché durante dos meses, simplemente no lo logré, tal vez otros lectores encuentren que el libro es una maravilla; en alguna parte uno de los descendientes del mismísimo Alfaro ensalzan la elaboración del libro, pero para mí, fue tan abombante que iba a terminar odiando a Alfaro por medio del libro, y decidí seguir con mi conocimiento ‘normal’ sin adentrarme tanto, para no perder el respeto y el cariño por tremendo ecuatoriano.

En enero también, pero recién terminando me encuentro con un libro que me pareció en inicio muy fuerte, no parecía para principiantes, sino ya una especialización en el tema. R.H. Barrow hace un recuento detallado de la vida completa de Los Romanos, y nos da cuenta de cómo el imperio llegó a ser tan glorioso, comenzando por la esclavitud a la cual ellos consideraban buena, pues les permitía desprenderse del yugo mediante la educación u otras maneras de escape.

La influencia y casi rivalidad con Grecia hizo que Roma creciera muchísimo, en la literatura por ejemplo, es interesante encontrarse con que los romanos eran más exactos para el uso del lenguaje, lo que podría parecer precario; puesto que Grecia en cambio tenía muchas bellezas y adornos para aflorar la poesía y otras áreas de la literatura, sin embargo el latín se hizo poderoso justamente por esa concreción. Luego el tema de la religión fue el que hizo que se empezaran a perseguir todo tipo de literatura y cultura que no consagraran ni glorificaran a Dios, lo no cristiano era considerado pagano, y por lo tanto, exterminable.

También los romanos son una nación grande y efervescente en cuanto a los orígenes de su brutalidad transformada en fidelidad a la religión, sus amplios antecedentes de violencia en la era de los gladiadores, el paganismo de sus orígenes, parece que distaran mucho de ser hoy la capital del catolicismo, y hasta un estado en sí mismo. No fue sino hasta la llegada de Constantino en que se dejó de atacar a los paganos, y a los cristianos, de formas tan vehementes las unas de las otras que parecería que cualquiera se vuelve loco estudiando ese episodio en que ni ellos mismos encontraban en qué o en quién creer.

Esta parte del libro es muy interesante, porque el traslado de la época del coliseo y los grandes mares de sangre, hasta la basílica de San Pedro parecen tener un océano de diferencia. Tal vez parte de que se haya llegado a un fin en esa lucha, por lo menos en Roma, es lo grandes y buenos legistas que fueron los romanos, un capítulo completo nos narra que lo mejor de esta nación interna, lejana a los Ítalos que eran considerados ajenos, era su justicia. Y la impartían de forma correcta, incluso ahora se enseña en jurisprudencia de casi todas las universidades, derecho romano como una cátedra que da cuenta de lo especial que eran los romanos para ejercer y hacer respetar la ley.

Su gloria incluye el enorme amor que tienen por el campo y por lo mismo el respeto que profesan a la ciudad, saben que no se puede habitar en un espacio sin depender del otro, y gracias a ese equilibrio pudieron construirse como imperio. Muy buen libro.

Finalmente leí en febrero, un libro que categorizo y bautizo como "El principito Amazónico", es un libro que parece infantil, con ilustraciones y relatos muy breves, podría tomar las veces de cuento. Pero es un tratado de ética, moral, valores ancestrales, y respeto por la cosmovisión amazónica y natural.

Había una vez en la selva, fue escrito por el Padre Juan Santos Ortiz de Villalba, y vivió durante 15 años con las comunidades amazónicas, en vez de evangelizar, que era lo que fue a hacer, este hombre se dedicó a aprender todo lo que pudo y creó el personaje de Sumac Quimba, que es el protagonista de nuestro libro, quien habita en armonía con los animales, las plantas y las personas. A su vez, da consejos a sus compañeros de por qué no deben dejarse explotar por el hombre blanco. Los reclamos indígenas están representados de forma muy dinámica, muy consciente y muy sincera por parte de este personaje que vive en medio de la nada, sabiendo que lo tiene todo. Si hay un libro que siento que hay que recomendar, es este.

Ojalá algún día, puedan ponerlo como lectura sugerida (y obligada también) en cada institución de este país, escuela, colegio, universidad, instituto y demás. Muchos valores perdidos, y mucho valor a nuestra literatura propia. Ah, olvidaba mencionarles que el libro está también en Kichwa, es decir, en la página izquierda está la versión Kichwa y a la derecha en español. Gran gran gran aporte a nuestra literatura.

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