9 abr 2019

La bailarina de coral

Por: Cristina Figueroa

En medio de este fuego infernal, con el abrasador calor de esas decisiones que quedan por tomar, me encuentro en un solitario o sarcófago de libertad sin usar.

Cuéntame qué ha sido de aquella bailarina, que paseaba en los balcones cada tarde, entretenía mis tardes y proponía formas de luna cada vez que levantaba la mano.

Hoy yo me encuentro entre los versos que no te di y un buen vaso del chocolate más caliente que estas ganas de abrazar las ideas que solo yo tengo y que no te puedo compartir, porque los desecharás.

Mis tardes de sol salen detrás de la nevada bruma del silencio. Te falta luchar por los sentimientos que me dominan, me falta pelear por borrar de mi memoria todo aquello que sentí por ti.

En qué me ayuda ser un mar rebasando las posibilidades de mi tristeza, de qué te sirve verme llorar todo el tiempo por el mismo tema, quédate colgado de las lágrimas que me revientan y me quedaré atrapada en el suspiro de tus sueños de volver a amar.

Hoy conozco el paradero de la bailarina, que en los cantos del desierto creó tormentas de coral, es ella, no se ha ido, está presa en el delirio, a modo de caricia en la voz de soledad.

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