Si el mestizo le cae bien, porque
protege, cuida y tiene buena energía con la tierra, invocan en su lengua al
cóndor del manantial, al espíritu del sol y a la furia de la selva amazónica.
Poniéndolo todo a favor del mestizo y rogando protección, sabiduría y salud
para él. Pero ay de la suerte si es que el mestizo no es del agrado del shuar;
por sus prácticas malsanas y su depredación al bosque.
Ese instante invocarán con
maldición en los ojos a todos los pájaros de picos largos, a todas las hormigas
de la tierra y a los pumas que se esconden en las cuevas, para desearle con
fervor en el corazón que proteja su ecosistema y que los vientos le arranquen
la mano a quien intente hacerle daño.
Esta etnia ha sobrevivido grandes
cambios y ha superado adversidades, pero su sabiduría ancestral y sus poderes
sobrenaturales siguen siendo temor de los hombres. Por cada shuar que
desaparece hay una estrella en el cielo, y a su vez haciendo eco de esta
leyenda, por cada ser que haya hecho algo en exterminio de ellos o su
ecosistema; hay fuego, lluvia, desastres y cataclismos que vengue la tierra en
nombre de ellos.
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