Verte llorar, no precisamente es
el acontecimiento más sublime, ni el más eterno. No necesariamente es lo más
doloroso, aunque puede crear una punzada entumecida que termina por amortiguar.
Verte llorar encarama mi cordura
y me convierte en la devota de tus mejillas, rezando por creer que más ya no se
deben mojar. Hay un sueño en cada pestañeo, un delirio en cada sollozo.
Verte llorar me ha vuelto más
humilde, más humana, más sencilla, por sentir en ti lo más pequeño, lo más
sincero y lo más revuelto.
Verte llorar es un solo
acontecimiento, que comienza en tus ojos de un solo puñal, rueda en mil caras y
desemboca en tus labios, y tiene el único gusto de que al final y después de todo, la única recompensa es poderte consolar.
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