¿Si les ha pasado que parece que el mundo se moviera muy lento? ¿Que la atmósfera recorriera lentamente el espacio y el tiempo? ¿Que su vida pasara en cámara lenta sin tener ustedes el control? Eso no nos sucede siempre, pero de seguro todos alguna vez lo hemos sentido. Como si las cosas se detuvieran y de pronto pudieras recordar con más detalle ese momento particular.
¿Por qué es genial? Porque nos lleva de la mano casi sin darnos cuenta, y flotando por las muestras de arte independiente de la ciudad, por la escena underground de la vida y de los encuentros desde el arte. En especial me llama la atención una entrada muy familiar que hace sobre su propia familia, y que nos identifica un poco a todos porque ¿quién no ha sentido alguna vez que no encaja en su familia? y al final del día los amas y te das cuenta que eres arte con ellos y por ellos, y que ellos son arte porque es tu lente el que los retrata.
Me gusta porque Steph*, nos lleva a su universo interno que no difiere tanto del nuestro, aunque sí. Me gusta porque vemos una tarde cálida y muy muy lenta recorrer nuestro espacio mientras imaginamos-vivimos el mismo escenario que ella retrata, con la banda sonora, con los colores en pasteles y con la lúgubre forma de sonreír ante este desconcertante escenario que es el Quito psicodélico, el escondido, el que está y nadie quiere mirar.
Hace unos días también compartí una narración que hice sobre la autora, y ahora recuerdo más que siempre que esa autora tenía y tiene una teoría de resistencia, y de cambio del mundo. Transgredir desde el arte.
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