Convivencia entre equipo
En primera instancia, se adjunta
un video de cómo funcionaban las cosas antes y durante el proceso de
residencia. Iniciando con la convocatoria a trabajo, así como el primer
encuentro como elenco que se dio en la sesión de fotos del reconocido fotógrafo
ecuatoriano Andrés Marggraff.
Uno de los miembros del elenco
enfrentaba un cuadro grave de ansiedad y de depresión, por lo que, al estar
encerrados durante tanto tiempo con extenuantes horas de trabajo y estar lejos
de su familia, le llevó a convertirse en una persona hostil con el equipo.
Si bien se dio contención a su
caso, y se procuró como equipo darle respaldo, el agotamiento mental del equipo
terminó por pasarle factura a todos los miembros. Hoy en día teatro en rojo
cuenta con un protocolo de reacción ante este tipo de situaciones a raíz de
esos tristes sucesos, pues fue muy duro mantener un ambiente mentalmente sano
para todos.
La salud mental de cada uno se
vio afectada, y es muy humano reconocer que a pesar de ser adultos no sabemos
cómo gestionar las emociones, la ayuda de profesionales es requerida. Los
sucesos acontecidos en la ciudad de Cuenca a nivel de trabajo grupal y de
tensión, y estrés laboral, así como de estrés por llenar las 700 butacas que
había que llenar en tres funciones, jugaron muy en contra y serán recordados
por todos nosotros como un episodio doloroso y que, actualmente, no queremos
volver a atravesar.
Hubo, al final, varias
explosiones en faltas de respeto, intimidaciones y demás que impiden que
volvamos a trabajar juntos en el futuro, con un peso más alto para ciertos
sujetos sobre otros. La convivencia no es sencilla ya entre gente que se conoce
y tiene una relación, para varios desconocidos que trabajan juntos, se tornó en
una pesadilla.
Lejos de esconder este acápite,
creemos que es fundamental ponerlo de manifiesto, porque consideramos que mucho
de lo que sucede actualmente con la investigación de Anhelos como estudio de
caso de una obra de teatro, es fruto y producto directo de aquellas vivencias
que evidenciaron lo mejor y sobre todo lo peor de todos nosotros. No lo
queremos esconder, queremos advertir que un proceso de residencia creativa
requiere de uno o más profesionales de la salud mental presentes, así como de
espacios de distensión, dispersión y distracción que no tuvimos en ese momento.
También creemos que el factor
dinero, hacía que se intensificara la inquietud de qué comer, dónde dormir,
cómo afrontar cada siguiente día al estar en una ciudad que no nos pertenecía.
Varios de los miembros del equipo enfermamos debido a que somatizamos todo lo
que sucedía.
Ante ello, también la burocracia
del espacio creó una mella en el trabajo, pues el teatro Pumapungo de la ciudad
de Cuenca nos había advertido con holgado tiempo de antelación que debíamos
sacar 23 permisos de funcionamiento ante el municipio de Cuenca. Recordemos que
tanto la directora de la obra, como uno de los actores son de la ciudad de
Cuenca, y nos supieron manifestar que no había necesidad de tales permisos,
solo de tres.
La convivencia del equipo,
incluso del equipo de producción, se vio todavía más trastabillada debido a que
nos solicitaban permisos como un paramédico por cada 100 butacas hábiles en el
teatro. El teatro Pumapungo de la ciudad de Cuenca tiene una capacidad de 700
butacas, por lo que se esperaba que obtuviéramos 7 paramédicos. Cuando
explicamos que la medida quizá era para eventos masivos como conciertos, pero
no para una obra de teatro donde la gente iba a estar sentada, hubo caso omiso
a la solicitud nuestra de retirar esa petición.
Se nos solicitaba permiso de
gestión de riesgos, del SRI (Servicio de Rentas Internas) para vender entradas,
se requerían guardias de seguridad; entre varios otros documentos que estaban
más acorde a un festival musical, no era el caso para una obra de teatro.
Finalmente logramos conseguir
varios de esos permisos, y teníamos allí a los paramédicos y demás, que nunca
fueron necesarios.
Estos temas terminaron de minar
la paciencia del personal tanto dentro y fuera de la obra, y generó una
dolorosa fragmentación entre todos los presentes. Varias cosas se quedan sin
mencionar, que quizá no son tan relevantes, pero que dan cuenta de que la
convivencia se hizo cada vez más invivible. Un error que teatro en rojo jamás
volverá a cometer, el haber salido de nuestra ciudad donde jamás habríamos
enfrentado ni las inclemencias de la burocracia a tan gran escala, ni las
inclemencias del tiempo, ni las inclemencias del diario vivir que parecían solo
una cortina, pero que fueron la red transversal sobre la que se cocinó una
fractura que jamás pudo ser sanada.
Al iniciar nuevamente la
constitución de la obra, se cambió completamente a los equipos.
Resultados
anteriores
En cuanto al público, la obra
contó con una docena de espectadores en promedio al día, los días
seleccionados, al ser entre semana fueron opacados por otros eventos que
contaban con mayores posibilidades de financiación de una campaña de publicidad
mejor constituida.
Todo lo referente a Anhelos en
cuanto a difusión parecía improvisado, a pesar de que nos habíamos preparado
casi por tres meses, o más, desde julio de 2022 para las funciones de
diciembre, al final fue muy difícil traer público a la sala.
El teatro incluso nos cobró una
penalización por no llevar lo que ellos consideraban el mínimo de espectadores,
así que cambiaron las reglas para próximos artistas a partir de nosotros.
Muchas de las entradas aún están en nuestro poder porque no fueron vendidas.
Hubo un aprendizaje de toda
índole, sobre todo en cuanto a la gestión cultural, a los medios de difusión, a
la puesta en escena, a la producción en sí misma.
Todo lo que no se halle en este apartado, está incluido en la parte de la investigación en ejercicio que mantenemos en la actualidad, y que vendrá en unas nuevas entregas a partir de la próxima semana.
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