Mis vecinos escuchan todo el tiempo reguetón y bachatas. Me pregunto si conocerán lo que es un yaraví, un albazo, un pasacalle, un sanjuanito, etc. Cuando trabajé en el campamento infantil para recuperar el patrimonio, les enseñábamos a los niños a marcar cada compás de estos géneros y uno de ellos nos pidió que les enseñáramos reguetón. 'Si fuera un ritmo ecuatoriano, te lo enseñaríamos'.
Luego me pasa en los viajes. Recientemente viajé a Cuba y esperaba maravillarme con su fama de son, mambo, guaracha, guaguancó, etc. Hay que buscar para encontrarlo, porque a plena luz lo que se oye es reguetón; igualmente cuando estuve en Perú, primero está el reguetón, luego te puedes enterar de las decenas de ritmos 100% peruanos, pero a la primera orden del día, está el reguetón.
Los latinoamericanos no hemos entendido que el ser parte del mundo globalizado no significa comprar todo de fuera. Nuestros países están cargados de materia prima en las áreas agrícolas y culturalmente somos naciones riquísimas. ¿Por qué compramos tanto? Nuestros niños no saben distinguir entre una melodía propiamente de sus países de origen, porque no escuchan esa música. No reconocen sus lenguas porque solo aprenden inglés.
A excepción de Paraguay que ha hecho un gran trabajo por no perder el guaraní, los demás países a penas y reconoceríamos una lengua ancestral de alguna de nuestras comunidades indígenas; retroceder dirán algunos, pero es más bien formar identidad, no tenemos suelo como latinoamericanos y por eso nos pisan el poncho, porque no sabemos dónde pisar. Ya no pertenecemos a las cosas que nos hacen pasar como nuestras.
Ya nuestros jóvenes, no bailan la cueca chilena, el joropo colombiano, la música llanera venezolana, nuestras yumbadas ecuatorianas, ni siquiera saben si eso se baila o se danza, no saben qué es la saya boliviana. Para nuestros adolescentes la música andina, la música tradicional latinoamericana es una música 'chola' que solo escuchan los indígenas, y no se reconocen en esas músicas. No se reconocen en ellas pero tampoco pertenecen a esas otras que con cero contenido cultural buscan imponerse -y lo han logrado- como los ritmos populares del siglo.
A esto contribuye la globalización, que con el pretexto de abrir fronteras da pie a que en premiaciones a la música como los Grammy Latinos, Billboards, Viña del Mar (en menor medida) y demás festivales y premiaciones a la música, se reconozca a cientos de 'géneros musicales' que ya no tienen contenidos sesudos. En un foro se hacía un debate muy significativo de lo que sería premiar a Natalia Lafourcade por su disco musas, que es un homenaje al folclor latinoamericano, y a Shakira, que siendo igualmente latina se dedicó en sus últimas 'canciones' a rendir culto al comercio y sus letras carecen de sentido.
A esto contribuyen todavía más los medios de pseudo comunicación que solo miran para afuera, y no dan importancia a festivales como el OllinKan, el Womad, o a pequeños gestores musicales de comunidades muy metidas dentro de nuestros países. Los medios se convirtieron en prostitutas al servicio de las grandes potencias. No comunican, alejan. No contribuyen, destruyen.
Debemos aprender a mirar para adentro, nuestros países fueron educados para creer que todo lo que venía de afuera es mejor que lo que tenemos, pero la solución está dentro de nuestros mismos suelos. Nuestra música es bellísima, llena de compases, de letras que antes de ser creadas como músicas fueran creadas como poesía. El error está en nosotros mismos, en seguir cultivando la extranjerización como sinónimo de países 'en progreso'. Lo único que estamos logrando es perder nuestra identidad.
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