23 jun 2016

TE AMO COLOMBIA!

Mi padre, y toda mi familia paterna nació en un territorio que conocí cuando tenía seis años. Esa tierra que me ha hecho feliz toda mi vida, que me recibe con alegría y que me hace entrar en calor la piel y el corazón se llama Colombia. Los momentos más felices de mi existencia, los instantes en que más plena, más llena de vida y más agradecida me he sentido, los he vivido allá. Cuando estoy en Colombia, por lo menos una vez al año, siento ganas de saltar, de reír, de ser cada vez más feliz.

Desde que era una niña, como los niños que viven en Colombia, me preguntaba por qué cada ciertos metros había siempre un hombre armado, en mi memoria de encuentros felices, siempre está como una sombra lúgubre, casi imperceptible pero presente, un manto de lino de miedo. Sabía por lo que escuchaba a mis adultos, que existía una 'cosa' llamada guerrilla. Mi familia, como tantas otras miles de personas, salieron de Colombia en medio del conflicto.

Fui creciendo y siempre me decía a mí misma: "cuando tenga 18 años, que ya pueda hacer lo que yo quiera, me voy a vivir a Colombia" porque me encantaba, y amo aún estar allá. Supe con el pasar del tiempo que la guerra no era solo una palabra, que la guerrilla no era una cosa, que ese miedo allá lo vivían todos los días. Y como viajo a Colombia todo el tiempo, fui viendo en los rostros de esos miembros del ejército, a hombres cada vez más niños, es decir a jóvenes con ojos ilusionados todavía en lo propio de nuestras edades tan tiernas, pero vestidos para enfrentar una guerra a cualquier hora, en cualquier lugar.

Viajar a Colombia (siempre por tierra), es no parar de reír y llorar, porque ante carteles que decían: "viaje tranquilo, su ejército lo protege", estaba el lienzo en vivo de rostros de muchachos que no alcanzan los 20 años con sonrisa tímida porque no sabían cuál podía ser la última.

Colombia es un país que amo, al que sueño un día poder llegar a vivir y aprender a tocar el acordeón. Hoy es un día distinto, aún tenemos miedo de que lo que vemos, lo que escuchamos, lo que leemos no sea cierto... pero también tenemos ganas de reír sabiendo que empieza la paz, que podemos empezar a construirla, que somos muchos más los que podemos vivir en perdón, en amor, no como un discurso eclesiástico, sino con la convicción de que lo más importante para nuestros niños, para nuestros jóvenes, para nosotros mismos es la paz.

Aún con lágrimas en los ojos, y sin poder creer lo que leo, sin poder creer y a la vez creyendo... sabiendo que iba a llegar este día porque, al igual que todos, lo deseaba con todo mi corazón ardiendo, siento ganas de saltar otra vez pensando en Colombia, tengo ganas de festejar, de llegar allá y construir, porque ahora hay que construir, porque aún no todos los grupos armados en Colombia están extintos y lo sabemos todos, pero cada vez son menos y eso es un aliciente para seguir peleando.

Hoy, no hay noticia más importante que esta, hoy, no hay sensación más embargante y más integradora. Hoy empezamos a construir la paz, hoy comenzamos a trabajar por educación, hoy somos más libres que nunca porque podemos salir a la calle sin ver esos muchachos que tenían que ir a la guerra, porque ya no habrá más niños que tengan que vivir con miedo... este peldaño es para mostrarle a todos esos niños que el valor está en poder conversar y acordar que es posible creer en la educación y no en la muerte.

Hay cosas por hacer, claro que sí. Pero este momento es de celebrar, celebrar toda mi infancia pensando que por las montañas iba a ver hombres bajar y que podían secuestrarme (como si a los seis años hubiera podido saber lo que eso significaba), celebrar que el carro de mi padre, por tener placa ecuatoriana era un blanco fácil, y que debíamos viajar solo a ciertas horas custodiados por el ejército, celebrar que cuando se me bajó la presión, en uno de los pueblitos nariñenses que bajan a Ricaurte, una mujer se detuvo en su casa, y pidió al chofer del bus que se detuviera y me dio un pedazo de queso con pan y un 'tintico calientico' para que no me desmayara. HOY HAY QUE CELEBRAR, que todo eso son recuerdos que construyen nuestra historia, nuestra memoria, pero no son todo lo que somos, y no son todo lo que podemos dar.

Yo te amo Colombia, lo mismo que amo el país en que nací porque es mío, pero te amo como mía porque es el país que me dio a mi padre, el país que me dio alegría, el país que me hace feliz aún en los momentos más oscuros de mi vida. Gracias por tanto, y vamos por todo... a trabajar, a creer en que se puede crecer si lo construimos. Estamos juntos en esto Colombia, yo soy la generación de la paz. Y lucharemos en paz, por sostenerla y no permitir que nunca más el temor, el pavor, el miedo se apoderen de nuestros niños.

COLOMBIA ESTÁ EN PAZ!


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