Diez de la mañana en punto, me quedo al frente de la consola de radio sin el productor general del programa, el gerente paseándose fuera de la cabina para escuchar qué tal me va sola. Es mi primer programa que hago por entero sola y tengo a las 10h30 una invitada que no conoce la radio y por quien debo estar pendiente. Esos momentos en que ya todo de por sí es un caos, parece haber una fuerza sobrenatural que lo intensifica todo, si ya hay estrés, promete ponerse peor.
Comienzo con ansia y trato de no transmitirla a mis oyentes, salgo bien librada del primer bloque, y antes del segundo entra una chica con vestido negro y rojo, gafas oscuras y el cabello negro y largo; conozco a mi invitada, así que sé que no es la mujer que ingresa sin permiso a la cabina. Veinte segundos para entrar al aire: ¿Tú eres Sara? (sé que no). No, pero soy Andrea (sonrisa de oreja a oreja y se mete a la cabina), el productor me dijo que venga cuando quiera, así que aquí estoy. Diez segundos para entrar al aire, mensaje de Sara (la verdadera invitada) Estoy perdida. Al aire, bloque dos.
Hago sentar con una seña a esta desconocida que entra como Pedro por su casa a la cabina, con la mirada del gerente en la nuca, porque nadie puede entrar así y menos en vivo, pero ya qué... la aparecida tiene buena vibra, lo expele a metros. Mando una canción para madrugarme quién es esta mujer. La anécdota termina en que le hice una mini entrevista por el lanzamiento de su libro y luego llegó Sara y todo fue una fanesca preciosa, y Andrea, se convirtió en una amiga de por vida, la comunicación me obligó a conocerla en 15 segundos.
Andrea Vaca, es de esas personas que irrumpen así en la vida de la gente. Imagínese usted que está en el semáforo, y se le acerca una persona a preguntarle: Si te regalo un poema, ¿tú me regalas una moneda?, solo si te gusta me la das, si no sigues tu camino. O la variante de ¿Si te regalo un poema tú me regalas un tabaco?, pues es eso lo que ella hacía, la necesidad de esta poeta ambateña la llevó a las calles a ganarse de forma digna y muy artística la sal del almuerzo. En una de esas es que se conoce con el productor del programa, y es uno de esos furtivos encuentros los que la hacen dar en una calle con Ignacio Román Zuleta, mejor conocido en el mundo de las letras como Romanzú, otro escritor ambateño que de casualidad conoció a Andrea y se convirtió en un ángel.
Entre tabacos, poemas en el semáforo (que no fue fácil, Andrea dice que para que te paren bola tienes que ir bañadita y bien lavada los dientes porque la gente piensa que le vas a bajar el celular), y anécdotas locas como la de la radio, esta mujer que escribe desde los 17 años y como buena artista sus encuentros con su yo interno la han llevado a bordear la muerte, por fin logró hacer su libro. Romanzú la ayudó a contactar personas de cultura en su natal Ambato y hace poco más de un mes se lanzó su primer libro de poesía "La luz verde" clara apelación al semáforo que la llevó a lanzarse a exponer un poco de su privacidad y su vida, porque en un semáforo, el verso que puede una aprenderse es algo corto, pero muy íntimo.
Lo cierto es que Ambato la acogió como con todos sus hijos, tierra ya de nobles seres de letras como Juan Montalvo, Jorge Enrique Adum, José Oñate Almeida, entre otros, y le habilitó un espacio en el Museo Provincial Casa del Portal para que sea en su tierra donde invite a sus coterráneos a conocer un poco más de su amor por su madre, por su hija, y por el Lucas (su perrito que se había perdido antes de publicar el libro, y a quien felizmente encontró) a quienes dedica la mayor extensión de su poesía, como al amor y al desconsuelo.
El evento fue de lo más entretenido, con amigos de esos que te sostienen cuando estás a punto de desnudar una parte de tu alma y sientes que tal vez solo un artista, porque conoce la sensación, te comprendería. Con familia, que hagas lo que hagas va a estar contigo, otro pedestal de mármol que no te deja caer, y con su gente. Nos enteramos que una maestra de primaria de Andrea que había visto en el periódico que lanzaba su libro, estuvo ahí, y se reencontró con las tres generaciones de hermanas a las que dio clases. Un acto muy transparente. "La luz verde" está a la venta a un precio de $12, lo recomiendo por supuesto, pero recomiendo más que vaya por ahí dándose cuenta de lo que pasa en la ciudad de Quito, quien sabe si en otro semáforo usted se encuentra a Andrea, o a alguien que siga sus pasos.
La ciudad tiene vida, viaje con ella.