28 dic 2024

Reseña final de Anhelos

Son aproximadamente las 13h00; los baldes abarrotados de rosas de colores, el canelazo embotellado en galones, los vestuarios, el maquillaje y otra serie de implementos que servirán más adelante para generar ciertas dinámicas teatrales, ingresan bajo un sol canicular a la que fuera la casa de José Mejía Lecquerica, y que también sirvió de hogar para Manuela Espejo.

Dentro de esta patrimonial e histórica casa -hoy en custodia de la Sociedad de Egresados del colegio Mejía- la directora, los músicos y los actores van y vienen llevando y poniendo objetos, montando la escenografía, probando las luces que están en riesgo por los apagones así que preparan también velas por si la obra queda ‘a medias’; se escucha la afinación del requinto y la entonación de la guitarra, alguien ensaya el centro de esta puesta en escena: el pasillo ecuatoriano.

“Anhelos” es una obra de teatro del grupo quiteño Teatro en Rojo fundado en el año 2022 por Cristina Figueroa, y es un tributo a la música nacional interpretada en vivo. En “Anhelos” se narra la historia de Apolo, un huasicama que sirve a Salomón quien es el dueño del rosal que acoge la obra y patrono de este universo imaginario donde habitan una serie de personajes que tienen amores cruzados entre sí.

Apolo está enamorado de Marisol, la mujer más bella del pueblo; pero está condenado a mantener su amor en secreto puesto que diariamente Salomón –jefe de Apolo- corteja a Marisol enviando un ramo de rosas que ella devuelve con molestia puesto que va a casarse con Óscar, personaje que es mejor amigo de Salomón.

Salomón busca instigar una ruptura entre Marisol y Óscar porque este último fue novio de su hermana Violeta, y sabe que ella sigue enamorada de Óscar. La obra nos sitúa a dos días del matrimonio entre Óscar y Marisol, en el que previamente se celebrará un festival de recitación para conmemorar las fiestas del pueblo y en donde se destapará una serie de secretos que Apolo ha originado.

Cada personaje lleva un color, y cada color está representado también por una rosa en homenaje a la rosa de exportación ecuatoriana.

Cuando el público empieza a llenar la casa de Mejía, se le sirve un canelazo hirviendo y se le integra a la atmósfera con los músicos en vivo que inician su repertorio tocando pasillo, pasacalle, vals y albazo; además se les invita a tomar una silla a cada uno y a sentarse donde desee así como a moverse libremente durante la obra, nadie está obligado a mantenerse en su sitio inicial. A pesar de la indicación, la mayoría de asistentes mantiene un orden regular.

La obra inicia puntual con aforo lleno; la directora agradece la presencia de las personas que se han repetido en una y hasta en dos ocasiones el espectáculo, así mismo invita a disfrutar sin la dependencia de los teléfonos celulares, norma que no tiene mucho éxito cuando inicia el primer acorde del yaraví ‘Puñales’  y se mantiene cuando aparece el capischa, y los otros géneros.

En algún punto determinado el público se dispone a bailar con el albazo y prueba varios de los bocaditos que prepara el personaje de Rocío para Salomón, su eterno enamorado.

“Anhelos” unifica intergeneracionalmente a niños, jóvenes y adultos; celebra la capacidad de amar así como la infelicidad del desamor, y  se da la licencia de imaginar bajo qué contexto se crearon estas piezas musicales adaptándose al movimiento natural de los balcones de la casa.

Tristemente no hay final feliz para nadie. “Anhelos” evoca un discurso de dignidad que abandona al espectador a su libertad de interpretación. Los personajes no regresan a recibir el aplauso del público, pero el público espera que vuelvan para reconocer sus voces y sus actuaciones. Al final, cuando los actores vuelven, descubren que el público se ha identificado con la historia y se quedan para tomarse fotos y felicitarles.

Nadie se queda ajeno frente a lo vivido. Durante una hora y media todos han viajado en el tiempo y se han reencontrado con su amor de juventud, o con aquel amor imposible que a falta de un mejor final ha de vivir en la memoria para siempre. Por eso se repiten la obra, porque se reconocen en el texto de los personajes cuando dicen que el romance es aquello que idealizamos porque nos conviene.

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