27 ene 2017

Libros ojeados de enero

Para aquellos que somos amantes de la saga Harry Potter, que crecimos leyendo sus libros y posteriormente (en la mayoría de los casos) visto las películas, encontrarse con que J.K. Rowling escribía una nueva historia que sería adaptada a las salas teatrales, es cuando menos una noticia que nos sacó gritos y saltos de felicidad. Es como volver a la infancia tan anhelada, a esa ingenuidad que nunca más volvemos a sentir, a esa fragilidad de sentirnos siempre contentos y jugando, pero al dolor de reconocer en la fantasía vivida, una historia que nos es lejana.

El primer libro que leí este mes, y debo decir que la avidez de la lectura me hizo terminar en un solo día, fue Harry Potter y el legado maldito (en otras traducciones es Harry Potter y el niño maldito). Es un poco más de lo demás, porque es el octavo libro de la saga, es un poco más de magia, un poco más de sabiduría entre líneas, de ese amor infantil al conocimiento y de esa elegancia de la escritora que nos hace encerrarnos una vez en un universo mágico del que siempre salí con lágrimas. Precioso, lleno de color y sobre todo con una historia nueva, secuela de todo lo vivido por Harry Potter como niño mago, pero ahora como mago joven y lo que acarrea su popularidad en el segundo de sus hijos que es muy contrario a él.

No siento digno con la autora, que me ha regalado un trabajo demasiado lindo, el seguir contando qué dice el libro, que realmente es el guion de la obra de teatro estrenada en Inglaterra, así que los invito o a ver la obra o a comprar ese guion. Lloré, sonreí, extrañé, fui muy feliz de nuevo, por otro tiempito más.

El segundo libro que leí este mes fue Viaje al cráter del Ngorongoro, y lo leí porque el curso del que soy dirigente en el colegio, recibió este libro como parte de los libros a leer este año, así que por supervisión un tanto, y otro más por gusto personal, leí este libro del autor ecuatoriano Hans Behr Martínez, que es una narración extraordinaria sobre los distintos puntos de vista del reino animal en la transición que viven una manada de ñus para llegar a resguardarse del invierno.

En inicio me pareció un tanto aburrido, pero a raíz del tercer capítulo, que empecé a agarrar el hilo de la narración, descubrí el punto de vista de una cebra, de un cocodrilo, de las hienas, de los leones y el punto de vista de la periodista que cubría la migración milenaria de los ñus, un cuento precioso que habla de la amistad, del amor, de la supervivencia y el peligro, jamás lo catalogaría como un libro para niños porque eso reduce su impacto, al contrario, para adultos primero que para nadie, para recordar ciertas cosas que nosotros olvidamos.

Y bueno… estoy en proceso de leer el tercero pero me encuentro a puertas de un viaje, así que terminaré allá el nuevo beso de la literatura.

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