Se presentaba el grupo Malayerba en su casa de teatro en una de sus obras. Como de costumbre el teatro estaba a reventar, entre medio María Fernanda, quien esa noche era la jefe de piso, hacía malabares con los invitados, las preventas, los que llegaron tarde, los que llegaron tarde pero tenían entradas, los que definitivamente no llegaron, y la gente dentro del teatro. Algo similar ocurría caóticamente en la taquilla.
Generalmente hay dos personas a cargo, el taquillero o taquillera y quien hace de jefe de piso cada noche. Usualmente con dos individuos es suficiente, mas cuando se presenta Malayerba siempre hacen falta manos así que no es sorpresivo encontrar al encargado de las luces o a uno que otro estudiante ayudando. Esta era una de esas noches.
María Fernanda salió a notificar al público atrasado que el teatro estaba lleno y que agradecían la visita de las personas que, lamentablemente, se quedaron sin entrada. Les exhortaba a acompañar en los siguientes días de la temporada la obra, y todas las cosas que gentilmente debía mencionar. En medio del enfurecido público que estaba fuera del teatro y que tenía mucho frío, porque en ese horario hace frío en El Belén, sector donde se ubica el Malayerba en Quito; había un rostro familiar, Dani.
Dani era estudiante del laboratorio, y gritaba: "Fer, Fer". María Fernanda le explicó que en serio no había espacio entonces Dani le dijo que su entrada la tenía alguien dentro del teatro. En función de que el relato sea comprensible, lo voy a escribir como suena, con el quiteñismo característico de un nativo hablante de la capital del Ecuador. "Fer, mientradalatienelabel".
La hora para empezar la función se acercaba y cada vez parecía haber más caos tanto dentro como fuera del teatro, por lo que María Fernanda, al escuchar a Dani, asintió con la cabeza y subió corriendo a la segunda planta donde Bel se encontraba. Su nombre es Belissa con B, y siempre le hemos dicho Bel. Bel estaba con su pareja que no parecía nada contenta cuando María Fernanda le dijo que Dani sostenía que ella tenía su entrada.
Para la sorpresa de todas, Bel dijo no conocer a ninguna Dani, por lo que María Fernanda tuvo que bajar a decirle a Dani que Bel decía que no la conocía. Es importante explicar que en la sierra ecuatoriana se utilizan mucho los artículos para referirse a una persona, siempre el artículo va antes del nombre y es la forma usual de trato, por lo que es normal escuchar cosas como La Rosita o El Manuel. Por lo que la información que María Fernanda le proporcionaba a Dani sonaba algo así como: "tuentradanolatienelabel", o, "dicelabelquenotienetuentrada".
Este episodio se repitió en tres oportunidades. María Fernanda bajaba a decirle a Dani que Bel decía que no la conocía y por supuesto que no tenía su entrada, a lo que Dani respondía cada vez más fúrica por el frío y la premura que "suentradalatienelabel"; finalmente María Fernanda pidió a Bel que baje para que pueda explicarle a Dani que ella no tenía su entrada, Bel así hizo.
Qué sorpresa no se llevarían las tres al darse cuenta del tremendo error de comunicación que había surgido.
Bel se presentó con Dani, a quien realmente no conocía, y le ofreció una disculpa por no tener su entrada. Dani por su parte, no comprendía el mal entendido, pues ella fue clara al decir que "suentradalatienelabel" y que tampoco conocía a la chica que se presentaba frente a sus ojos. Recalcó, esta vez más espaciadamente, que su entrada la tenía Abel.
Abel, que se encontraba en la tercera planta, ajeno totalmente a este barullo, efectivamente tenía la entrada de Dani y Dani pudo finalmente entrar al teatro.
¿Qué enseñanza nos dejó esa historia? Si bien habría sido fácil "culpar" a Dani o a María Fernanda, la realidad es que ninguna se equivocaba, Dani transmitió claramente que su entrada la tenía Abel, y María Fernanda entendió que su entrada la tenía Bel. Ambas estaban, a su modo, en lo correcto.
La comunicación no violenta, tiene que ver no con quién tiene la razón, porque probablemente, como en este ejemplo real, ambos interlocutores tienen la razón. En realidad tiene que ver con qué entendió cada quién de lo que el otro dijo. Si María Fernanda se hubiera detenido un instante a decir, te estoy entendiendo Bel, ¿es así?, Dani le habría especificado que no, que se refería a Abel. También por su lado, Dani podría haber insistido en decir, Abel, te estoy diciendo Abel. ¿Me he explicado bien?
Si bien la comunicación no violenta es algo aburrida, porque nos invita a invertir más tiempo del que acostumbramos para dejar en claro qué es lo que cada persona en la conversación recibe, es útil a la hora de evitar conflictos, inconvenientes y malos entendidos. Seguro muchos jefes y empleados, o esposos y esposas, o profesores y estudiantes evitarían cientos de conflictos de realizar esta sencilla práctica.
La próxima vez ya lo saben, cuando escuchen algo, digan a su interlocutor qué es lo que han entendido, porque puede que hayan entendido algo muy diferente a lo que quisieron decirles.
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