6 oct 2017

La "educación" del siglo XXI

Soy maestra por casualidad desde que tenía 19 años, ni bien salí del colegio y pasé un par de cosas más y me inmiscuí en este precioso oficio en el que llevo ya casi una década. Todas las cosas han cambiado desde entonces, desde los estatutos de educación, hasta los propios estudiantes, sean estos niños, adolescentes o adultos; pero tal vez con el cambio más brusco con el que me encuentro, es con el cambio que han tenido los padres.

El ministerio de educación cambió muchas cosas, ahora no se les manda deberes, ahora no se les puede hablar feo, ahora no se les puede dar órdenes; simplemente ahora los estudiantes tienen el poder, lo cual ha cambiado la forma en que se ve la educación, ahora somos los maestros quienes debemos tener miedo de que la pobre criatura no se queje, porque si alguno de ellos se queja, nos sacan a nosotros de nuestros trabajos.

En este tiempo en la educación me he encontrado con todo tipo de casos; desde los niños que lo tienen todo, menos el amor y tiempo de sus padres, hasta los niños que no tienen nada, ni siquiera padres. Me centro mucho en los padres de familia porque pienso -y el ejercicio profesional me ha demostrado que no me equivoco- que en el quehacer de los padres radica el éxito o el fracaso de un niño.

Si los chicos no aprenden, enseguida vienen los padres de familia a reclamar a los profesores sobre su poca satisfacción con las notas. Cualquiera en su lugar haría lo mismo. Lo que los padres no saben es que nosotros damos las clases, pero la verdadera educación se origina en casa. Cuando venían los reportes de mis estudiantes dirigidos, yo no podía más que preguntarme: ¿qué hicieron los padres? Y los llamaba a reuniones de curso y ellos no sabían hasta qué hora sus hijos se quedaban en las redes sociales, no sabían cómo les fue a sus hijos en el colegio, no sabían si de verdad no tenían deberes (porque los chicos siempre contestan 'nada' cuando los padres preguntan ¿qué te mandaron en el colegio?), no sabían ni siquiera con qué uniforme iban al otro día sus hijos.

Lo que siempre les dije fue: nosotros podemos 'controlarlos' las horas que están aquí, pero cuando no están aquí ¿qué hacen ustedes?. No todo es darle dinero a los hijos. Fuera de todas (o casi) las instituciones educativas del país hay gente inescrupulosa que conoce qué niños están solos, y les ofrecen drogas, y los siguen hasta que ellos acepten esas drogas que obviamente no les muestran así, sino a modo de caramelos o algo que llame la atención sobre todo de los adolescentes. ¿Los padres saben eso? Tal vez algunos sí, pero piensan que nunca va a pasarle a su familia.

Con lo que sucede en las altas esferas de gobierno, ser profesor se vuelve una tarea cada vez más dura, y se complica cuando los padres se ponen del lado de sus hijos siempre sin conocer la otra versión de los hechos. Es absolutamente normal que defiendan a sus hijos señores, pero por lo menos conozca el lado B, el lobo siempre será el malo si solo escuchamos a caperucita.

Algo realmente molesto es que los estudiantes ahora conocen ese poder que el ministerio de educación les ha asignado. Es molesto no porque nosotros maltratemos a los chicos, se supone que estamos en este oficio (o así debería ser) porque amamos educar, y nuestros estudiantes son nuestra razón de ser. Lo que genera verdadera molestia es la cultura de facilismo que se inculca desde cada vez más jóvenes.

El futuro de un país radica en la educación de sus ciudadanos, y si esos ciudadanos son formados para quejarse ante cualquier intento de realmente educarlos, entonces como país estaremos generando unas generaciones deficientes que no sean capaces de resolver problemas, como dice el currículo integrador, sino que dejan los problemas en manos del alboroto y se lavan las manos sin conocer los alcances de su accionar.

No les podemos enviar deberes, tampoco podemos pedirles que atiendan en clase porque es agredirlos, entonces cuando tienen malos exámenes y la culpa es nuestra, ¿contra quién van los padres?. No es una cosa nueva en la educación, lo que sí es nuevo es el rol de los padres que tampoco hacen nada con el tiempo 'libre' de sus hijos en casa. Antes por lo menos uno de los padres -generalmente en nuestra machista sociedad, la madre- se quedaba en casa viendo que su hijo permanezca ahí, haga deberes, almuerce y luego se duerma temprano.

Ahora, ambos padres trabajan, los chicos pasan solos en casa, y solo Dios sabe si comen, si duermen, si hacen deberes o con quién están, porque es fácil decir por celular: estoy en la casa, cuando realmente están bebiendo o haciéndose amigos de esos expendedores de droga, o alguna otra actividad muy alejada a los fines educativos. Todos los hijos son fruto de lo que sus padres han hecho de ellos.

Este escrito lo hago a razón de mi último conflicto como maestra. Ya en educación superior, lo cual hace este testimonio todavía más lamentable porque hablamos de una persona adulta, a la que el sistema y su familia jamás enseñaron lo que es la verdadera educación.

Soy maestra de la carrera de educación inicial, ¿saben lo que es eso? una formadora de futuras maestras que trabajarán con niños de 0 a 5 años, es decir los más chiquititos de nuestra sociedad. Esta alumna, a la que nunca podría llamar estudiante, me presente un deber con plagio, probado y todavía más, sacado del rincón del vago; como los alumnos piensan que los profesores en realidad somos estúpidos y no vamos a revisar, ella pensó que yo no iba ni a leer y le iba a poner 10. Yo supongo que en su vida estudiantil, porque estamos hablando de una alumna de sexto semestre, muchos de sus profesores sí hicieron eso, solo recibir el trabajo y ponerle 10.

Lamentablemente para ella, yo sí leo y reviso cada palabra y cada letra, y cada falta de ortografía, por lo que detecté enseguida el plagio y la chica se quedó a supletorio (obra del ministerio de educación, que no permita que ninguna de las 'criaturas' pierda el año o el semestre directamente; ahora hay que hacer solicitud para perder el año). En el supletorio, ella le rejura a la dirección de carrera que yo le he dicho: "con tal de que me presentes, haz copy y paste"; para más cinismo, se lo dice frente a mí, para que yo tenga que aceptarlo. Por supuesto nunca hubo tal orden.

La alumna se queda a supletorio y lo pierde, pues debía sacar 7 puntos, de los cuales obtiene 4.5; le devuelvo el examen para que revise por si tiene algún reclamo, y me regresa el examen con las respuestas adulteradas para alcanzar al 6 y que yo le regale un punto (lo cual jamás haría). Después de rogarme que le crea, porque según ella no adulteró las respuestas, le confiesa a su tutora que sí lo hizo porque estaba desesperada.

Al día de hoy, la plagiadora perdió el semestre como es natural, pero fue a quejarse sobre mí al rector de la institución diciendo que yo la maltrataba, comía en clase, no daba clase, solo me pasaba en el celular y otras muchas cosas. El señor rector no escucha mi versión, solo la de ella.

El plagio se castiga con cárcel, pero en este país, como los estudiantes tienen el poder, ella seguirá estudiando normalmente, y a mí, me despidieron del trabajo. Viva la educación del siglo XXI.

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