25 jun 2016

El lugar del movimiento

Febrero fue el mes del Ecuador Jazz, hoy por hoy se realiza en Casa Mitómana otro festival de Jazz siempre en Quito. Estuvieron acá para compartir sus experiencias, los organizadores del Womad en Chile y del Festival Ollin Kan (entre otros expositores) hablando de estos respectivos espacios destinados a la música en América Latina. Lo especial de estas plataformas distintas entre sí, es que reivindican espacios de sus lugares de origen y entregan un nuevo contexto al contexto mismo de la música que exhiben.

El Ollin Kan es un festival que José Luis Cruz, fundador, califica como marginal, un festival que no tiene apoyo del gobierno (típico por estas latitudes del mundo a la cultura artística) pero que subsiste por el contenido, por la exposición de música que como desadaptada del sistema, no se encuentra en espacios convencionales y de no ser por este espacio, no tendrían lugar para hacerse terreno en la música, lo bautizaron como Ollin Kan por la palabra originaria del náhuatl que significa el origen del movimiento, el lugar donde nace el movimiento, y eso es lo que transmiten con la música llevando a agrupaciones de todo el mundo que van recolectando durante todo el año, y buscando por todo el mundo.

Yo les pregunté a José Luis y a Giorgio Varas (director general del Womad Chile) cuál era el criterio de evaluación y cómo elegían a los artistas, su respuesta fue que quienes hacen la selección (que sea un solo individuo es imposible) son personas muy experimentadas en la música y con el oído, además cada año se hace una especie de temática a la que se ajustan pero si son buenos y no encajan en ese año en el festival, ellos lo redirigen a otros festivales más acordes a lo que escuchan quienes seleccionan.

Es que estos festivales son de métrica y de visión, por ejemplo el Festival Mundo de Música, Arte y Danza (Womad) que es una extensión de la franquicia iniciada por Peter Gabriel en Inglaterra pero en Chile, se gesta en un espacio de Santiago que estaba abandonado, era un basurero, junto al cementerio, frente a la morgue, junto al mercado y un hospital, es decir era un espacio no convencional, pero adicionalmente era peligroso, lo que se hizo en ese caso es crear una nueva vida para el sitio y una recuperación de la función de los vecinos del sector.

Incluso con el tiempo, el Womad ha hecho con vecinos del sector, que hagan recorridos guiados por este cementerio mientras el festival se desarrolla (son varios días); actores y habitantes de la zona se apropian de su espacio público y saben que cada año tienen un espacio que les pertenece. En el caso del Ollin Kan, es un festival por el que no se le cobra al público ni un centavo, en el Womad sí se cobra. Son dos festivales distintos. Ellos apuestan de la mirada de la música como un encuentro, por ejemplo José Luis, cree firmemente en que la música de África y América Latina se parece muchísimo, y le gusta que muchos artistas se den cuenta de esta similitud encima del escenario.

Estos festivales necesitan apoyo, necesitan miradas y necesitan ante todo, ser replicados. El Ollin Kan, se dio cuenta alguna vez, que no debía ser un festival estático, sino ir buscando público cada vez más 'underground', y se moviliza en sectores limítrofes, alejados o marginales. Daban la idea al Ecuador Jazz de que no se realice en un lugar tan céntrico, sino que se muevan a Zambiza, a Llano Grande, a Atucucho, a lugares donde la gente pueda encontrar nuevos talentos y reconozca su música, no mire para lo extranjero sino que conociendo lo que tiene y lo que vale, lo defienda.

Para el Womad, a pesar de ser una franquicia de otro continente, el mirarse para dentro de Chile y reconocer los sonidos y movimientos de otros 'mundos' ha enriquecido el entorno musical chileno. Además ellos incluyen otras artes como la danza y el teatro, con gente que va rotando entre un día escuchar las propuestas del festival en música, al otro ver las muestras de danza, y al siguiente si se cansa, hacer un recorrido por las sedes, por los espacios o por las puestas en escena en teatro.

Que lindo que Ecuador copiara este tipo de propuestas, que las duplicara, que las alimentara. Sin embargo el mismo Ecuador Jazz contó en esas conferencias con poca gente, con poca difusión (habrá quien discrepe) y eso es una punzada al corazón porque hay mucho por aprender, nuestro mundo musical no se reduce, sino que se masifica y expande a pasos agigantados y acá, no nos damos ni cuenta.

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